Resuena con belleza el órgano de la UPR

Luis Hernández-Mergal

Especial El Nuevo Día

El programa comenzó con el Concierto en si bemol mayor para órgano y orquesta, Op. 4, núm. 2, HWV 290, de G.F. Händel, a manera de antesala. La orquesta reducida y el clavecín de rigor para el continuo barroco acompañaron al Sr. Mojica acertadamente, aunque matizando los contrastes entre solista y orquesta. Mojica demostró su dominio del idioma barroco en el órgano, con una buena selección de registros, sobre todo en el último movimiento, un Allegro no muy apresurado, que resultó elegante y bien proporcionado.

El contraste entre las sonoridades del concierto de Händel y el de Guilmant, que le sucedió, fue impresionante. Guilmant utiliza todos los recursos del instrumento, comenzando con una introducción "Largo e maestoso", que Mojica interpretó con la majestuosidad indicada, pasando a un "Allegro" virtuosista, con complicados cambios de manuales que producían un interesante intercambio en el origen del sonido, entre los dos grupos de tubos colocados a ambos lados del teatro. Los bajos en los pedales hacían retumbar la sala con un efecto imponente. Mojica hizo gala de su destreza en los pedales en los intrincados pasajes en que Guilmant utiliza recursos contrapuntísticos muy efectivos.

El segundo movimiento, "Pastorale", como indica su título, evoca una escena campestre con los convencionalismos típicos del género, como el uso de registros que imitan el sonido de los instrumentos de viento-madera, líneas líricas sencillas e intercambios entre solista y orquesta bien coordinados por Mojica y el maestro Valdés. Mojica comenzó el "Final - Allegro assai" a un tempo veloz, muy...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR