Retorno fugaz al mundo real

Por Aurora Rivera Arguinzoni

arivera@elnuevodia.com

¡Termina exhausta! Pero la anima saber que podrá descansar, comunicarse con familiares y amigos, leer alguno de los libros que tiene en la mesa junto a su cama (le gustan los de autoayuda) o simplemente ver televisión un rato.

No es que vaya a tener total privacidad, porque el personal de enfermería seguirá entrando a la habitación a cada rato a llevarle medicamentos, a asegurarse de que coloque su cuerpo de un lado y de otro para quitar presión de la úlcera que aún sana en su sacro, a ayudarla con el vaciado de vejiga o con el movimiento intestinal... pero tiene algo de tiempo para ella.

Esta noche saldrá de compras al Cumberland Mall como parte de la terapia recreativa. Ella y varios pacientes más irán en un vehículo del Shepherd Center. Su padre, Justo Elías, y la esposa de este, Rosa Santiago, los seguirán en otro vehículo. El reto para Mayra será desenvolverse sola en un lugar público y hacer sus compras sin ayuda. El reto de sus padres será no mover un dedo para ayudarla.

El frío se apodera de ella cuando va acercándose a la puerta que conduce al exterior. Le encanta la idea de salir de las cuatro paredes del centro. No ha podido hacerlo mucho desde que el pasado 21 de septiembre fue arrollada mientras entrenaba para el Maratón de Chicago junto al Parque Luis Muñoz Rivera de San Juan. Sufrió múltiples lesiones, incluidas las de las vértebras T4 y T5 que le han provocado paraplejía.

Son casi las 6:00 p.m. y afuera la temperatura se acerca a los 40 grados Fahrenheit. Ha estado lloviendo casi toda la semana. En las habitaciones del Shepherd suele estar más cálido incluso que en sus pasillos, como medida preventiva para evitar que el frío afecte a los pacientes. Uno de los efectos de las lesiones en el cordón espinal es que el daño neurológico impide que el cuerpo regule bien su temperatura.

El viaje hasta el centro comercial demora más de lo usual porque el pavimento está mojado y, además, el conductor utiliza rutas alternas para evitar el típico tráfico de la hora en esta ciudad de más de 432,000 habitantes.

Por momentos Justo y Rosa pierden de vista la guagua. Sienten algo de ansiedad por temor a perderse. Ellos también son visitantes incidentales de Atlanta, y la mayor parte del tiempo viajan en el trasporte gratuito entre el centro de rehabilitación y el edificio en el que se alojan cerca de Mayra.

"Las leyes en Puerto Rico deberían ser más fuertes", dice Justo al recordar por qué...

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