RETORNO A LA MATRIZ

por luis R. trelles Especial El Nuevo Día

fotos MARIEL MEJIA ORTIZ

Estos gemelos idénticos hacen arte en conjunto por vía de su proyecto "Vientre compartido". En esta ocasión se habían dado cita cerca de la paradisiaca playa de La Poza de las Mujeres en Manatí para hacer una demostración de su particular manera de trabajar.

La incesante lluvia los dejó varados dentro del carro, donde pasaban el tiempo haciendo un recorrido extremadamente largo por la historia del arte. Tan largo, de hecho, que llegaron a la prehistoria.

"Lo que queremos hacer hoy tiene que ver con lo transitorio del hombre...", mencionaba Javier, con una cadencia que oscilaba entre el tumba'o relajado de los 'surfers' y la articulada enunciación de los intelectuales.

Su hermano Jaime completó la oración: "...como en Altamira, queremos dejar nuestra huella en la naturaleza".

Los dibujos de bisontes acompañados de una mano impresa sobre las paredes de la cueva española de Altamira constituyen una manifestación primigenia, la primera expresión artística plasmada hace 15 mil años por los antecesores de los humanos.

En cuanto a los gemelos, es una ocurrencia común ver a uno de los dos acabando el pensamiento o el trazo del otro. Para diferenciarlos basta con recordar que Javier lleva el pelo corto y que Jaime tiene una barba más espesa. Distinguir el trabajo de cada cual en una de sus piezas, sin embargo, es una tarea casi imposible.

Sus intervenciones se han visto en Valencia y en Sevilla, y en lugares recónditos de la Isla. Insertándose en la modalidad del "land art", crean piezas que se sirven de la naturaleza mientras se integran a ese vientre compartido por todos.

Cuando finalmente escampó, los Suárez se adentraron en el mangle. El taller donde trabajan queda al final del camino, en una caverna muy lejos de Altamira. Decenas de pájaros volaron de La Cueva de las Golondrinas, un espacio escondido en Manatí, cuando los gemelos se pusieron a trabajar.

Queda claro que a sus 28 años, los hermanos Suárez son unos amantes de la naturaleza que no carecen de un elemento extremo en su estilo de vida. El arte también ha sido una presencia constante, desde antes de nacer.

Con un maestro ceramista de tío, Jaime Suárez (creador del tótem telúrico en el Viejo San Juan), y una madre que cursaba una maestría en educación del arte cuando los cargaba en la barriga, era inevitable que crecieran para ser unos conocedores precoces del mundo del arte, dando tumbos de exhibición en exhibición...

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