Retratado el contrabando penal

Por Daniel Rivera Vargas

drivera2@elnuevodia.com

Un preso sentado al lado de un oficial correccional que mira a los lados se levanta bruscamente y se mete algo en los pantalones. Varias féminas sentadas en mesas, conversando con presos y, de repente, se meten la mano en diferentes partes del cuerpo -una en el sostén, otra en la parte posterior de la falda y otra al frente de sus pantalones- y se sacan algo que le entregan al confinado, ya sea por arriba o por debajo de la mesa.

La última imagen es la de un hombre mayor de edad que parece sacarse algo de la boca y entregarlo a un joven reo.

Estas imágenes fueron captadas en el Sistema de Tecnología Operacional en Penales (STOP), una red de 500 cámaras que costaron, en esta primera fase, $ 2,463,604 para reforzar la vigilancia en el complejo correccional de Bayamón y sus cinco instituciones.

Las cámaras están colocadas en áreas comunes, en las cercanías de las áreas de vivienda y en lugares de trabajo, como la cocina.

El secretario del Departamento de Corrección y Rehabilitación (DCR), Jesús González, destacó que no es la primera vez que hay cámaras en las cárceles -ya hay unas 200 instaladas hace varios años- pero la diferencia con el nuevo sistema es que estas son cámaras más modernas, algunas incluso con dispositivo infrarrojo, y que son monitoreadas desde la sede de la agencia en Hato Rey por un equipo de cerca de 11 personas.

"Antes de STOP, cada complejo carcelario controlaba su sistema de vigilancia de forma independiente y la administración no tenía control de esta información. Ahora, todas las instituciones serán supervisadas en tiempo real...

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