Retrato de un visionario

Por Tatiana Pérez Rivera

tperez@elnuevodia.com

La abrió y lo que de allí salió inspiró a una generación de alumnos y dramaturgos que -con la aportación de sus respectivas maletas- sacudieron el escenario teatral del país.

"Como participábamos como alumnos no estábamos conscientes de lo importante que estaba pasando", rememora Victoria Espinosa, una de las estudiantes de Santiago Lavandero, quien fundó el Departamento de Drama de la UPR en el 1941, su Teatro Rodante -junto a Rafael Cruz Emeric- en el 1946 y la Compañía Teatral de Maestros en el 1962.

"Igual estábamos tan emocionados con todo lo que pasaba", apunta Espinosa.

"Estaba el Rodante -que cuando llegó el carromato y se abrió fue una sorpresa bien grande para nosotros- y el teatro infantil que llevábamos a la escuela elemental de la Universidad. Yo participé en aquella primera función que llevamos por la Isla, Sancho Panza en la ínsula barataria y Declaración amorosa. Tuvimos ese contacto con el pueblo, vimos esas casitas con yaguas y a las lavanderas, todo eso nos regaló el Rodante", agrega.

Poldín, como Santiago Lavandero pedía que le llamaran, se unió a dramaturgos como Francisco Arriví, Emilio S. Belaval o Manuel Méndez Ballester para impulsar nuevas historias y modos de comportarse sobre el escenario.

"El teatro moderno estaba empezando en esa época en Puerto Rico, había el romántico de siempre y la zarzuela. Poldín ya era conocido como declamador. Cuando regresó y se unió a esas figuras, empezó el teatro puertorriqueño con nuevas técnicas de representación", dice Espinosa.

Lo que antes era ley, por ejemplo, personajes principales al centro del escenario y de frente al público, roles secundarios no podían cruzar frente a estos y que nadie osara darle la espalda al público, cayó en desgracia.

"Era la técnica del teatro romántico que había caído en desuso en Europa, pero en América aún se usaba. Todo cambió cuando esos dramaturgos jóvenes nuestros empezaron a montar obras en el Ateneo (Puertorriqueño), con técnicas modernas de representación teatral; esto luego evolucionó hasta ser los festivales de teatro del Instituto de Cultura Puertorriqueña. Recuerdo El clamor de los surcos, de Méndez Ballester, la antecesora de Tiempo muerto", explica Espinosa, aún vinculada al Departamento de Drama de la UPR, aunque jubilada del mismo.

A mediados de los cuarenta, los alumnos utilizaban un pequeño teatro cerca del Senado Académico en la Torre...

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