Rica historia

Por Rubén A. Rodríguez

Enviado Especial

Ubicado en el centro de Cooperstown, el llamado Pabellón de los Inmortales contiene todo tipo de información para el más exigente de los fanáticos del béisbol. Y claro, es ahí donde están ubicadas las placas de los 292 miembros de este selecto grupo y que se convertirán en 295 cuando mañana sean oficialmente exaltados el boricua Roberto Alomar, el holandés Bert Blyleven y el exejecutivo de los Azulejos de Toronto, Pat Gillick.

Estatuas, placas, fotos y objetos históricos adornan los tres pisos de historia de este recinto beisbolero. En el mismo están incluidos información referente a las Grandes Ligas, las ligas negras y hasta el béisbol caribeño.

A la entrada del recinto, en el primer piso, tanto Alomar, Blyleven como Gillick tienen material explicativo. A la izquierda, pegado a una pared hay una foto grande de Alomar en el uniforme de Toronto. Al lado, una caja de cristal contiene una gorra del boricua con el emblema de Tampa Bay, un uniforme de Toronto y otro de los Senadores de San Juan del béisbol invernal puertorriqueño que utilizó a mediados de la década de los noventa.

Pasando el pasillo hay una galería de fotos que recogen los momentos por décadas de los seleccionados al Salón de la Fama. Al fondo del primer piso está la parte más valiosa del Museo. Ubicados por décadas, las placas de todos los inmortales.

Colocado entre Earl Wynn y Monte Irvin está la tarja de Roberto Clemente Walker, el pelotero más grande que ha dado el béisbol latinoamericano y por ende el puertorriqueño en la historia.

La placa lee: Miembro exclusivo de los 3,000 hits. Ganó el campeonato de bateo en cuatro ocasiones. Conectó en cuatro ocasiones sobre 200 hits y bateó de por vida para .317. Poseedor de un brazo sobre el promedio.

En otra área del pasillo, está la placa de Peruchín Cepeda (1999). En ella destaca que el ponceño era apodado Cha-Chá y Baby Bull.

"Fue un consistente productor de carreras durante los 17 años que jugó. Fue un jugador que tuvo problemas en sus rodillas. Pero tenía la habilidad para batear hacia todos los lados en los jardines y le pegaba con autoridad a la bola", reza la tarja.

En la pared del 2000 está la placa de Tany Pérez, cubano de nacimiento, pero puertorriqueño por adopción. Caminando a la derecha se puede apreciar una pared vacía, lugar donde se colocarán...

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