RICARDO ALEGRÍA IN MEMORIAM

Por Carmen Dolores Hernández

Especial El Nuevo Día

De una manera o de otra, tocó todas nuestras vidas. Cambió el paisaje de los sanjuaneros, rescatando del deterioro nuestra vieja ciudad y convirtiéndola en una joya apreciada por puertorriqueños y extranjeros. Mantuvo la fisonomía de muchos pueblos y ciudades de Puerto Rico -incluyendo a Ponce- al defender la preservación de sus centros históricos. Le dio importancia a las artes en Puerto Rico administrando y fundando museos, propiciando estudios en el extranjero, estableciendo la práctica de exhibiciones frecuentes, difundiendo en otros países la creatividad isleña y organizando talleres que fueron importantísimos para el desarrollo de las artes en la Isla, además de establecer la Escuela de Artes Plásticas. Revivió el teatro, apoyando su desarrollo y organizando festivales que sirvieran como un taller para dramaturgos y actores. Se ocupó de la música tradicional, dándole importancia a la bomba, la plena, el cuatro y rescatando viejas partituras. Estableció la importancia de las artesanías y las artes populares, menospreciadas hasta que les dio la importancia debida. Recordó a próceres olvidados y conmemoró efemérides históricas con placas, plazas y monumentos. Estudió a nuestros indios y clasificó sus etapas culturales; también estudió la cultura negra y le dio su lugar en el panorama cultural puertorriqueño. Y todo lo difundió a través de los pueblos, estableciendo en la mayoría de ellos centros culturales que los hacían partícipes de una vida cultural plena. Apenas hay renglón en el campo de la cultura del país que él no transformara ni esfuerzo que no hiciera porque se acrecentara el aprecio a lo nuestro.

Esa fue su pasión y ese era su objetivo: que el puertorriqueño se sintiera orgulloso de lo que era y había sido; que conociera y apreciara su trayectoria histórica y sus creaciones. A eso dedicó, con ahínco, su vida y ese es y será su legado: haber transformado el panorama cultural y haber conservado el patrimonio de este país que lo vio nacer y que acaba de verlo morir a sus 90 años de edad.

Canalizó toda su actividad a través de instituciones que fundaba o conformaba. Sabía que la obra individual pasa; las instituciones permanecen. En 1949 fue nombrado director del Museo de Historia, Antropología y Arte, de la UPR, del que había sido director auxiliar, y estableció allí el Centro de Investigaciones Arqueológicas y Etnográficas. Fue el primer director ejecutivo del Instituto de...

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