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Riéndonos de nosotros mismos

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Por Eileen Rivera Esquilín

eileen.rivera@gfrmedia.com

¿Cómo aprendemos a reírnos de nosotros mismos? Esa es la pregunta que nos hacemos muchos. Parece complicado, pero no lo es.

Se trata -según explica la psisóloga industrial Ada M. Padró González- de un comportamiento que, como todos, se aprende a través del modelaje y la estimulación ambiental.

"En arroz y habichuelas, esto significa que si nos desarrollamos dentro de un ambiente psicológicamente 'pesado', donde hay un énfasis exagerado en lo que falta, en los defectos y privaciones, con toda probabilidad desarrollemos un estilo de conducta serio, mirando la vida como 'una sarta de problemas y formalismos'", dice.

Ciertas personas se toman todo muy en serio y tienden a ser muy rígidos. Entonces, en la medida en que nos rodeemos de personas que de un limón hacen una limonada, y que le buscan el sentido del humor a todo, en esa misma medida nos contagiamos de esa fortaleza que se conoce como sentido del humor y que impacta la salud mental.

"Sin embargo, debo señalar que hay individuos que tienen un sentido del humor negro, y son muy buenos haciendo comentarios, supuestamente cómicos, a costa de los errores y defectos de otros. Pero no tienen la capacidad de reirse de sí mismos. Un ejemplo real, fue la respuesta que dió la candidata de Venezuela en Miss Universe la semana pasada. Muchos estarán de acuerdo en que entró en un soliloquio, y desvarió al punto que imagino que debe haberse preguntado a sí misma: ¿qué diablos fue lo que dije?. Una buena autoestima y salud mental es la mejor forma de tomar este lamentable incidente", agrega.

¿Qué beneficio obtenemos de esto? Son varios, asegura Padró. Primero, aprender a conocernos mejor. Por ejemplo, si por más que tratamos de ser puntuales no tenemos éxito, y un día de pronto llegamos primero que nadie, podemos convertir ese evento en uno jocoso.

Segundo, aprendes a dominar la frustración y evitas caer preso del coraje...

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