RITMO Y CORAZÓN

u carrera de 17 años en las Grandes Ligas fue toda una proeza en la que Orlando “Peruchín” Cepeda Pennes tuvo que superar lesiones y el discrimen en una parte de su carrera hasta eregirse como uno de los toleteros más impresionantes que haya pisado un diamante de béisbol.

De recio poder con el madero, Cepeda supo romper con esquemas en las Mayores y tras jugar casi todas sus temporadas como primera base y guardabosque, se reinventó como bateador designado y estableció el perfil de esa posición. En el camino sacrificó todo por su carrera... hasta su físico.

“Orlando es un ícono de nuestro béisbol. Pudo poner el nombre de su papá en alto y el de todo Puerto Rico”, sostuvo el veterano dirigente boricua, Mako Oliveras, a quien le une una estrecha amistad con Cepeda.

“Era un deportista innato y un pelotero completo. Jugaba varias posiciones y para aquel tiempo bateaba con unos bates que parecían postes de 36, 38 o 40 onzas”, agregó.

Capeda, el segundo de tres hermanos, nació en Ponce, de una familia humilde en la que se respiraba béisbol. Su padre, Pedro “Perucho” Cepeda, fue un destacado pelotero en la liga invernal boricua y en toda América Latina, al punto de ser considerado uno de los mejores de su generación. Sin embargo, nunca jugó en Estados Unidos debido a que estaba prohibida la participación de negros en las Grandes Ligas.

Peruchín, sin embargo, sí cruzó el ‘charco’ para probarse con los mejores del béisbol estadounidense y logró convertirse en uno de ellos. Fue firmado por la organización de los Gigantes de Nueva York, pero...

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