Los robles están florecidos

PEDRO REINA PÉREZ

HISTORIADOR

La inviabilidad de nuestro modelo actual de desarrollo económico (asumiendo que alguna vez hubo uno que funcionara) fue advertido en incontables ocasiones a lo largo de varias décadas por expertos de diferentes plumajes, académicos unos, mercenarios otros. Podríamos decir que la suma de artículos, libros e investigaciones donde se esbozaba la inevitabilidad de la debacle que apenas comienza, constituye casi un género literario en sí mismo, más cercano a la comedia (tipo "opera bufa") que al drama, a juzgar por la manera tan displicente con que fue tratada por los que tenían en sus manos las palancas del poder. El resultado será una cadena de ajustes en el Gobierno dramáticos, dolorosos y, sobre todo, inevitables como consecuencia de esa tradición boricua de postergar lo impostergable.

Acaso porque los años templan el pulso y depuran la mirada, no me dejo arropar por el discurso de la tragedia, que de forma contagiosa anda buscando culpables para evitar a toda costa asumir la responsabilidad por lo que pasa (el Partido Nuevo Progresista viene a la mente). No hay evasión posible: somos responsables de todo, aunque nos neguemos a reconocerlo. De ahí que me dé gracia la desilusión general con la gestión del gobernador en sus primeros cien días, como si él hubiera dado en el pasado muestra alguna de pertenecer a The Avengers.

Por el contrario, el gobernador ha dado muestra de su absoluta humanidad (matizada por una incesante tendencia, debo decir, a verlo todo color de rosa, o en clave de galán que entona, desafiante, melodías de Maná). Todo un mortal con sus tormentos a cuestas, y yo casi, casi defendiéndolo (¡oh, ironía!). Lo que no tolero es que no digan las cosas como son, que haya esfuerzos para ocultar la verdadera dimensión de las cosas.

La...

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