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Rompe con el maltrato

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Vincent

rtellado@elnuevodia.com

De eso da cuenta Rocío (nombre ficticio para proteger su identidad), madre de dos hijos pequeños. Tanto ella como el hombre con el que se casó eran gerenciales en sus lugares de empleo y sus respectivos sueldos sobrepasaban los $ 50,000 anuales.

Según Rocío, el noviazgo y el principio de su matrimonio transcurrieron sin mayores contratiempos. La actitud de él cambió cuando ella quedó embarazada. "Mi trabajo demandaba, en ciertas épocas, trabajar hasta las 11:00 p.m. De novios eso era normal, pero cuando tuve al hijo empezó a pensar que yo estaba con otro hombre si salía después de las 8:00 p.m. Eso empezó a afectar mi trabajo porque trabajaba con miedo", contó.

Cuando nació el bebé, la empresa donde Rocío laboraba quebró, lo que aprovechó su esposo para pedirle que no volviera a emplearse. Ella accedió. Entonces, él pasó a hacer cada vez más exigencias acerca de la comida y la limpieza de la casa. Relató que "él también entendía que como él estaba trabajando y yo no, podía empezar a salir con amigos que yo no conocía, y ahí empezaron los episodios de violencia verbal".

"Empezó a ponerme condiciones como: 'Si un día que yo llego no está la comida, no te doy dinero'. Tampoco quería que yo fuera a casa de mami. El castigo era que si yo iba, él se llevaba las llaves y me dejaba sin carro, con un bebé de tres meses", recordó Rocío.

La violencia escaló a palabras fuertes, pellizcos, nalgadas y amenazas. Alcanzó su punto álgido cuando, al descubrir que él tenía amantes, Rocío le pidió que se fuera de la casa. Ella salió con su bebé para no verlo marcharse y regresó en la noche. "Cuando volví, él había estacionado el carro en otro lugar y me estaba esperando en la casa. Se puso bien violento. Estuve dos noches en el hospital con hematomas internos", dijo.

Al salir del hospital, fue al tribunal a pedir una orden de protección. Como los albergues estaban llenos y su mamá no la...

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