El rostro femenino de la Sinfónica

Hace cuatro décadas, Kathleen "Katy" Jones ni siquiera sabía dónde quedaba Puerto Rico. Empezó a familiarizarse con la isla tras recibir, en 1975, una oferta de trabajo que cambiaría su vida profesional y personal: audicionar para ser parte de la Orquesta Sinfónica de Puerto Rico."Surgió una vacante y me llamaron un 7 de agosto para que estuviera aquí el 15. Yo dije que podía llegar el 25", recuerda la mujer.Entonces le enviaron un boleto de avión a Michigan. Ella empacó su instrumento, el clarinete, para partir rumbo a encontrarse por primera vez con el sol del Caribe en pleno verano. Audicionó y obtuvo su trabajo soñado, que consiste en tocar el clarinete principal en una orquesta sinfónica.Pasados 44 años, Jones es una de tres estadounidenses en la organización musical más importante de Puerto Rico. Junto a Rosalyn Iannelli, de Philadelphia, quien llegó al país hace cuatro décadas, también es la música de mayor antigüedad en el grupo de mujeres en la agrupación, cuyo número total de integrantes es 74. Entre ellos, 20 son féminas.Al igual que los hombres, prácticamente todas se han ganado su espacio audicionando tras una cortina, medida establecida poco después de la entrada de Jones que fue muy importante para lograr un proceso justo para todos los aspirantes. En el ambiente de la música clásica, dominado por hombres y en el que hasta poco todavía algunas orquestas en Europa no aceptaban mujeres, este fue un avance para la equidad de género."Casi todo el mundo aquí entró audicionando tras la cortina. Es decir, compitieron mujeres y hombres, y lo que el comité juzgó es cómo suena el instrumento", dice Jones. "Hay un respeto mutuo y de verdad somos como una familia. Yo personalmente no siento ninguna incomodidad de ninguna clase por ser mujer", indica.Otros talentos femeninos llegaron hace poco tiempo a la orquesta. Entre ellos está la violinista Isabel Paola Laboy Ruiz. Desde el año pasado, esta estudiante de tercer año en el Conservatorio de Música de Puerto Rico forma parte de la institución en la que fungió como música adicional desde los 18 años.Oriunda de Yabucoa y proveniente de una familia que la expuso desde pequeña a la música jíbara, se interesó en el violín al escuchar a un primo suyo tocarlo. Luego tuvo la oportunidad de participar en el desaparecido taller Experiencia Sinfónica, gracias al cual asistió por primera vez a un concierto de la Orquesta Sinfónica."Fue maravilloso. Llegué al carro y empecé a llorar por la emoción"...

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