Rotos

Mario Alegre Barrios

Es la isla de los rotos. O la colonia de los rotos. O el país de los rotos, como mejor le parezca a cada cual, eso es lo de menos, pero lo cierto es que dondequiera ahora vemos un cilindro anaranjado sembrado en un bache y me pregunto en qué ciudad vive el secretario de Obras Públicas que no los ve, porque se reproducen como conejos, como si naciesen del asfalto, regados por el desdén y abonados por una fallida visión de país.

Esos agujeros -esos rotos-que han convertido nuestras calles en una réplica de queso gruyer, son también una elocuente y triste metáfora del país -isla o colonia- que tenemos, donde hasta no hace mucho el Gobierno al menos se la pasaba "tapando rotos", aunque a la semana se hubiesen vuelto a formar, pero que ahora ya ni para eso alcanza.

Será porque somos un pueblo noble que se encariña rápido con la gente y con las cosas nuevas de su entorno, que ya vemos esos rotos como parte de nuestro paisaje urbano, con cierto cariño y mucha familiaridad, que de tanto pasar sobre ellos, ya sabemos exactamente dónde están y si han...

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