Sabiduría en el fogón

Por Ileana Delgado Castro

idelgado@elnuevodia.com

En unos de ellos, al que él llama el libro del honor, hay innumerables expresiones de amigos y conocidos que alaban la cocina y el ambiente de Don Pepe, aquel legendario restaurante que abrió en 1973 junto a su socio Anacleto Gómez, en la calle Luisa, en Condado. Un sitio de reunión para los amantes de la buena mesa que, por más de dos décadas, deleitó el paladar de muchos. En el otro, hay fotos, recortes periodísticos, anuncios y memorabilia de esa época, una en la que sentaron pautas en el mundo gastronómico local.

"Llegué a Puerto Rico a mediados de los años 60 para trabajar por un año en el hotel Caribe Hilton", recuerda don Pepe, un apacible asturiano que asegura que desde muy joven se decantó por la cocina.

"Mi padre trabajó en la cocina de un barco de la Marina Mercante y cuando lo escuchaba hablar de eso me fui interesando. Mi madre también cocinaba muy bien, además, tengo un sobrino que es el cocinero del Rey de España", agrega con orgullo, como para demostrar que el gusto por la cocina corre en la familia.

Hoy, después de varios años retirados del fogón, don Pepe y Anacleto vuelven a la carga. Con mucho entusiasmo han comenzado a unir sabores y aromas en la pequeña cocina de La Hacienda, en Miramar, desde donde hace un mes hacen las delicias de los clientes del área que se alegran mucho de la oportunidad de degustar algunos de sus platos.

"Estaba retirado, pero cuando abrieron aquí me presenté y hablé (para ver si podía trabajar). Me gusta mucho esto de venir aquí a cocinar todos los días y, además, me entretengo mucho. Es un trabajo fuerte, estamos de ocho a nueve horas trabajando, pero me siento muy contento", afirma don Pepe, tras destacar que mucha de la clientela que tenía en el restaurante coincide en La Hacienda, una especie de supermercado gourmet donde también se venden alimentos preparados o condimentados, listos para cocinar.

"Casi todos los días me encuentro con clientes que iba a Don Pepe; muchos me dicen que están muy contentos de que estemos aquí y eso me satisface mucho", agrega sonriente. A su lado, don Anacleto sigue siendo su mano derecha. Mientra uno habla, el otro se encarga de seguir cocinando, dorando unas papas y condimentando otro plato con pollo, setas y cebolla que luce delicioso y que estará listo a tiempo para el almuerzo del día, una oferta adicional a la que normalmente se vende en esta tienda.

Los aromas se escapan de la cocina, ubicada en una...

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