El sabor del paraíso

Caribe

Por Mildred Tirado Vázquez

Llegamos al filo de las 5:00 de la tarde a este paraíso antillano tras una corta travesía, primero en avión -saliendo de Puerto Rico hacia St. Marteen- para luego conectar con un 'ferry' que nos encaminó al famoso resort.

Nada más llegar, nos llamó la atención la piscina infinita. Capturó de entrada nuestra atención. Es que te la mirada se nos va hasta el mar matizado de turquesa y de todos los azules imaginables.

Alguien nos acerca una toallita humedecida. Luego otras manos nos brindan el traguito de bienvenida que nos reconforta. Este hotel cinco estrellas promete. Su contexto seductor habla desde la entrada, el marco perfecto para la contemplación, la relajación, el romance y el bienestar, literalmente. Cada habitación provee para una buena dormida combinada con el embeleso que produce sentarte en un balcón cara al mar.

Luego esos "buenos días", "¿cómo la está pasando?", "¿necesita algo?", que se multiplican según pasas. ¡Esto es servicio! Ciertamente desde que aterrizas en el aeropuerto de St. Marteen hasta que te llevan al terminal del Funtime Shuttle, en una travesía de 20 minutos hasta la Bahía Rendezvous, al sur, no falta quien te haga sentir en casa. ¡Y qué casa!

CuisinArt Golf Resort y Spa, es una instalación de unos nueve años de inaugurada. Cuenta con 97 habitaciones en villas pintadas de blanco que sugieren las de los llamados pueblos blancos mediterráneos, pero en medio de un ambiente verde, tropical, repleto de caminos flanqueados por múltiples palmeras y plantas ornamentales.

Es que aprovechan cada espacio para conectar con la naturaleza que les rodea. Lujos que verdaderamente no se pueden pasar por alto cuando se trata de pasar una escapada placentera.

Tres edificaciones asoman entre las villas. El principal una glorieta que sirve de vestíbulo. Es donde está el más informal de los restaurantes. En la segunda, el spa y en el tercero el Tokyo Bay, restaurante estrella.

Para los amantes del golf hay un campo de 18 hoyos, diseñado y construido según las indicaciones de Greg Norman, golfista profesional.

Abarca el CuisinArt dos millas de arena blanca, la que parecería peinan cada mañana y sobre la cual instalan sillas reclinables en perfecta armonía, y desde las que se puede ver la insinuante silueta de la vecina St. Marteen. También se ve Sandy Island, un cayito con un restaurant al aire libre donde recomendamos...

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