La bombilla de Sagrado

Por Carmen Graciela Díaz

Especial El Nuevo Día

Pero vamos, nunca faltan aquellas personas que aun en los momentos más oscuros, de violencia y desasosiego irradian luz. Son como bombillitas que resplandecen e inspiran, que enseñan sobre cosas bonitas como el amor, la sabiduría, la compasión y la tolerancia.

La hermana Socorro Juliá es una de esas luces ambulantes que tienen una manera particularmente fácil de, por más contradictorio que parezca, romper con los moldes.

Es una religiosa que no cree en el hábito y que afirma con una voraz convicción que vive enamorada de Dios y de la Universidad del Sagrado Corazón (USC), en Santurce, institución a la que se ha consagrado durante años.

Antes de contar sobre aquel momento en que sintió el llamado religioso, relata que es verdaderamente dichosa por haber tenido una niñez feliz.

"Fui primera hija, mi madre había perdido su primer hijo. Por eso me llamó Socorro, porque hizo una promesa; si nacía mujer me llamaría Socorro y si era varón sería José Alfonso, patrono de los redentoristas. Fui primera hija, primera sobrina, primera todo en mi familia", recuerda de aquel hogar en el que asegura que su madre, doña Luisa Fernández Castrillón, la llenó de un amor ilimitado.

Explica con visos de nostalgia que su madre le dedicó sus días y que, incluso, en sus primeros dos años de vida mientras residían en Miramar, su progenitora no iba ni a San Juan por evitar despegarse de ella. Tal vez por ello esta mujer le atribuye poderes milagrosos a la felicidad en el seno del hogar como secreto para seres humanos integrales.

"Creo que a una persona feliz se le nota porque ha tenido mucho amor en su infancia, y quizá los monstruos que tenemos en Puerto Rico hoy es que no han tenido amor en su infancia o no han sido deseados", reflexiona, afectada por los embates de la violencia en el País.

La vocación, ese llamado de Dios para convertirse en monja, le llegó repentinamente y de una forma que no pudo rechazar. Pero claro, como en una buena historia donde los personajes enfrentan una serie de conflictos que deben sobrepasar, lo menos que Socorro quería era entrar a un convento.

"Yo no fui nunca proconvento, fui terrible en el Colegio del Sagrado Corazón (la estructura histórica que hoy día se le conoce como el edificio Pórtico de la USC). Pero obviamente teníamos contacto con el Señor en la capilla", rememora.

"Él me estuvo llamando mucho tiempo y yo haciéndome la sorda, porque eso tú lo sientes en el corazón. Y lo tuve...

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