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Por El Infiltrado

Besos, abrazos y apretones con los dedos cruzados por la espalda, deseando ser ellos y no otros quienes gozaran del bautizo en sociedad: un agradecimiento con nombre y apellido desde el escenario, donde por dos horas reinaría una de sus reinas.

Abandonaron su esquina santurcina y dejaron las bicis fuera del Teatro de la iupi para presenciar lo que llevaban seis años esperando. Y lo de Mima fue llegar y besar el santo.

Cavó un pozo y de él sacó un árbol hecho a trozos, toda la teatralidad de su nueva música y el inmenso talento de sus colaboradores, que esa noche la acompañaron sobre, bajo...

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