Los saltos de la pasión desbocada

JOSEFINA BARCELÓ JIMÉNEZ

jbarcelo@elnuevodia.com

Fue en un campamento de verano, cuando tenía 9 años de edad, cuando conoció lo que era el deporte ecuestre y quedó cautivado. Esta experiencia, sin saberlo en ese momento, le cambió el rumbo de su vida. Desde entonces, no ha podido separarse de los caballos, de los establos, del entrenamiento y las competencias de salto.

Se trata de Israel López Dávila, jinete de salto ecuestre que en los últimos Juegos Centroamericanos y del Caribe, Mayagüez 2010, fue la mejor participación por Puerto Rico. Obtuvo el sexto lugar acumulativo y ayudó al equipo boricua a obtener su primera medalla de bronce.

Fue mucho el sacrificio que tuvo que hacer López para alcanzar el sitial deportivo que ocupa hoy. "Mis padres, Israel y Elizabeth, son gente de clase media y yo no era el único hijo, tengo dos hermanos más, Inoch y Elizabeth. Éste es un deporte caro y ellos no tenían el dinero para 'baquearme'", cuenta.

Sus padres lo apoyaron en lo que pudieron, pero le advirtieron que "la regla número uno era que, si no estudiaba, no había caballo". Israel estaba decidido a aprender a montar, así que habló con Ernesto Juan Fonfrías, de la Hacienda el Batey. Fue al campamento para trabajar allí y así pagó las clases de equitación y se desarrolló como jinete. "Fonfrías siempre decía que yo tenía habilidad , que iba a llegar lejos. Eso me animaba", dice.

En 1989, Fonfrías murió y López se mudó al Centro Ecuestre, en Hato Rey a montar y a tomar clases con Berti Sequeira. "A mi mamá le dieron la concesión de la cafetería del Centro Ecuestre para cubrir parte de mis gastos, pero eso no daba. El resto venía de auspiciadores y personas que me ayudaban", afirma.

Como Israel no tenía el dinero para comprarse un caballo, aficionados a este deporte le cedían el suyo para que compitiera. "Tuve mi primer caballo en el 1989, 'Héroe', pero sólo me duró un año, pues murió de un cólico", recuerda con melancolía. Ese año, a los 15 años, Israel obtuvo su primer logro internacional, ganando medalla de bronce en los Juegos Panamericanos Juveniles en Venezuela.

El año siguiente se la pasó entre Puerto Rico y Texas, para montar a "Lago de Ginebra" allá. Iba una vez al mes y lo competía; tenía dos auspiciadores que le costeaban los viajes. Ese caballo también murió al año, también de cólico. "En ese tiempo se detectaba tarde la enfermedad", explica.

A los 16 años, se graduó de cuarto año y se fue a San Diego, California a montar con éxito y...

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