La salud mental

SILVERIO PÉREZ

HUMORISTA

El telón de fondo de este suceso es un serio problema de salud mental que no fue atendido adecuadamente. No conozco los detalles específicos de la vida de Pablo Casellas, pero sí puedo deducir, por la información que ha salido, que era una persona con cierta inestabilidad emocional. Muchos de sus vecinos cuentan historias que así lo demuestran.

La pregunta es: ¿desde cuándo esta persona dio señales claras de que su inestabilidad emocional lo podía llevar a lo que finalmente sucedió?

¿Qué familia puertorriqueña puede decir que no tiene a alguno de sus miembros con problemas mentales? Al puertorriqueño, si le duele el estómago, va a un gastroenterólogo, a un cardiólogo para el corazón, a un ortopeda para fracturas y al urólogo para problemas del tracto urinario. Pero cuando nos da coraje por cualquier cosa, cuando nos deprimimos o cuando sabemos de personas cercanas con tendencias violentas, no se nos ocurre ir a un especialista en la salud mental. Tenemos la equivocada idea de que sólo los locos necesitan de ayuda sicológica o siquiátrica.

No aceptar la necesidad de ayuda, a nivel personal o respecto a un familiar, porque ir a sicólogos y siquiatras afecta el prestigio de la familia, nos lleva a vivir en negación y de esa forma vamos preparando una bomba de tiempo que explotará cuando menos nos lo imaginemos. Si Pablo era inestable emocionalmente, ¿cómo se le permitió tener un arsenal de armas en su casa? ¿A nadie se le ocurrió que eso no compaginaba?

Todos los que somos padres sabemos que nos ponemos ciegos ante las características negativas de nuestros hijos. Peor aún, los queremos con pena y hasta nos sentimos culpables de que sean así. Entonces viene la sobreprotección y los enajenamos más de las consecuencias de no bregar a tiempo con esas deficiencias. Una vez la bomba explota, tenemos la opción de hacerles el gran favor de decirles la verdad: tocaste fondo, es el momento de recoger velas. O seguir en negación alargando la agonía y magnificando el dolor.

Yo no puedo imaginar el dolor que debe sentir don...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR