Salud mental y propaganda política

ADA PADRÓ GONZÁLEZ

PSICÓLOGA INDUSTRIAL Y ESPECIALISTA EN GERONTOLOGÍA

El comportamiento hostil y violento, es el tono que colorea el mensaje de los supuestos líderes de este país, y de ciudadanos comunes y corrientes. Lo que respiramos, observamos y escuchamos son modelos de arrogancia, de contienda disfuncional. Los modelos están distorsionados. Por ejemplo, el político bueno es el que es agresivo, el que ataca, el que esgrime con la palabra como si esta fuese una espada. En nuestra sociedad abundan los gladiadores de la oratoria, expertos en dar estocadas orales. Son ejemplos encarnados del cinismo en su máxima expresión, la rabia contenida y la arrogancia aplastante. Nos enfrentamos a una subcultura de sabiondos, que se comportan como si tuviesen la verdad absoluta en sus manos.

Técnica que desafortunadamente también utilizan, y abusan, los representantes de los medios radiales, quienes entienden que hostigar al entrevistado les aumenta su valor como seudo-periodistas de la radio.

Nuestros "líderes", son los primeros en utilizar un diálogo que entrelíneas encierra mucho coraje reprimido. El tono, el escogido de palabras, las implicaciones de los mensajes, encierran tanta hostilidad y menosprecio que parece que estamos en una guerra de balas disfrazadas de palabras.

¿Cuáles podrían ser las consecuencias de toda esta hostilidad y menosprecio en el discurso político? A nivel colectivo, una de las consecuencias obvias es la ampliación de la zanja o brecha que nos separa por ideologías. La realidad es que tanto el pipiolo, como el penepé, el popular y los demás, viven, se desviven y comparten el mismo país, sufren y enfrentan las mismas necesidades y retos. Todos padecemos, por igual, temores, costo de vida y vicisitudes.

A nivel colectivo, de pueblo, se acentúa y modela lo negativo. El opositor es "malo", es "indigno", "corrupto", "mongo", y los que le siguen comparten las mismas características. Se estimula el liderato falso, creado a base de imágenes y propaganda publicitaria. Se ensalza al líder que ataca, agresivo, al que se comporta como el "guapo de barrio". Tristemente, son los niños y jóvenes los que entienden que estos modelos son los apropiados. A este colectivo de agresión y hostilidad verbal...

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