En saludo a los muertos

Por Tatiana Pérez Rivera

tperez@elnuevodia.com

El espacio alberga la instalación que reproduce el altar para agasajar a los muertos los primeros dos días de noviembre que se realiza en las zonas centro y sur de México.

Con el apoyo de la Fundación Cultural México-Puerto Rico Victoria Hernández y del Consulado de México, la misma tiene lugar en celebración del Bicentenario de la Independencia y el Centenario de la Revolución Mexicana, y a sus héroes la dedican.

"Morir es nada cuando por la patria se muere", frase de José María Morelos y Pavón capta la atención en la instalación.

"Esta es una ofrenda a los muertos. Es una tradición mexicana que se sigue en las casas para agasajar a los difuntos de la familia desde la época de los aztecas", explica Sylvia Salcedo, presidenta de la Fundación, "y después de la conquista se mezcló lo prehispánico con los europeo y salió esto".

En el ritual se unen creencias de los olmecas, toltecas, mayas y aztecas junto al cristianismo de los europeos.

María de los Ángeles Torres, coordinadora de la exposición, cuenta que desde abril comenzaron a trabajar la instalación que continuará abierta al público hasta febrero.

"Es el altar mexicano más grande que se ha hecho en Puerto Rico", manifiesta Torres. "Los puertorriqueños se sienten muy atraídos por los temas de la cultura mexicana y me parece que, además, el trabajo permite reflexionar sobre nuevas maneras de percibir la muerte; es un trascender, un culto a la vida".

La Catrina fue construida en papel maché por Maribel Cortés en el taller del museo. El esqueleto femenino tiene las mejillas rosadas, las uñas pintadas y un collar de cuentas. Un sombrero de flores remata la coquetería que complementa la amplia falda rosada.

Ella recibe al visitante, cuya mirada de inmediato se verá atraída por los brillantes tonos de amarillo y anaranjado que resaltan en el trabajo.

Trece velones al pie de la ofrenda y una cruz de flores amarillas son algunos de los elementos que destacan, además de otras catrinas en barro y otra con una serpiente al cuello y una boquilla, una botella de tequila e incensarios, que pertenecen a la colección permanente del museo.

Para que la ofrenda esté completa se requiere esa cantidad de elementos y Salcedo explica la importancia de cada uno.

El primero es la flor cempasúchil, que en la ofrenda del museo se imita con tres mil flores de papel de seda en tonos amarillos...

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