Salvado por el boxeo

Por Jorge L. Pérez

jperez@elnuevodia.com

Ortiz fue un gran peleador, una mezcla de boxeador con golpeador. Fue campeón junior welter (140 libras) y ligero (135), dominando esta última categoría en dos ocasiones distintas, llegando a quedar reconocido como campeón por los únicos dos organismos mundiales que existían entonces.

Pero Ortiz tiene otra distinción: en 1967, en premio a sus ejecutorias de 1966, fue escogido como Boxeador del Año por la Asociación de Escritores de Boxeo de Estados Unidos, premio que solo le ha sido otorgado a otro peleador boricua: Félix 'Tito' Trinidad, en 2001.

Nacido en Ponce en 1936, Ortiz pasó a vivir en Nueva York -particularmente en el Bronx- en 1947, cuando se mudó allí su familia, compuesta por sus padres y ocho hijos, tres de ellos varones (Carlos era el quinto mayor).

Casi inmediatamente, el preadolescente comenzó a tener problemas en la escuela y, al parecer, coqueteó con la delincuencia juvenil, hasta el grado de que en determinado momento fue arrestado junto a unos amigos cuando trataron de salir de una tienda llevándose unos artículos sin pagar.

Según él recuerda, aunque tendría apenas 10 u 11 años, las autoridades le dieron "un miedo tremendo" cuando amenazaron con meterlo en la cárcel si no accedía a ir a un club atlético a gastar energías después de salir del salón de clases, y fue así como empezó a acudir al Madison Square Boys Club, donde conoció el boxeo.

Quedó flechado al instante: "Me encantó", dijo recientemente al hablar con El Nuevo Día.

Los próximos años de su vida siguieron el libreto tradicional de muchos de los campeones de boxeo de su época: la intensa carrera en el aficionismo en la que hizo unas 80 peleas, el debut como profesional en 1955 y la zambullida total en un deporte en el que entonces los peleadores apenas descansaban entre peleas: hubo un lapso en el que hizo 19 combates en 22 meses, ganando gran popularidad como peleador en el legendario Madison Square Garden.

En 1959, noqueó en dos asaltos a Kenny Lane y ganó el título junior welter, pero, a decir verdad, era un campeonato que carecía de importancia: se trataba de una división de escasa popularidad que, en efecto, llevaba 13 años vacante.

De todos modos, el triunfo le convirtió en el segundo campeón mundial puertorriqueño y el primero desde que Sixto Escobar había dejado el cetro gallo 30 años antes, y Ortiz defendió el título dos veces antes de perderlo en Italia en mayo de 1961 al caer por decisión ante el italiano...

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