Adiós desde San Juan

Por Rafael Vega Curry

Especial El Nuevo Día

Pero cuando tuve la fortuna de conocerlo, hace dos años, con motivo de su visita al país para participar en el Puerto Rico Heineken Jazzfest, nada de eso era aparente en su comportamiento sosegado. A quien conocí fue a un hombre de mirada profunda, de voz tristona y aspecto sencillo. Vestía una ancha camisa hawaiana. Lucía un poco cansado. Lo acompañaban su esposa y su pequeña hija. Nadie hubiera dicho, mirando sus recias manos, que podrían rasgar las cuerdas de la guitarra con tanta exquisitez y audacia.

Y de genio, nada, al menos a juzgar por sus palabras. Se veía a sí mismo más bien como un trabajador de la guitarra, que había salido adelante en la vida por virtud de su propio esfuerzo.

"De niño, mi meta era, básicamente, comer. Subsistir con la guitarra. La vida me dio muchísimo más de lo que yo hubiera podido imaginar. Pero lo que sí sé es que todo eso se consigue trabajando. trabajando en tu casa y tratando de tocar cada día mejor", me dijo esa tarde inolvidable.

El hombre que...

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