Cuando sana la esperanza

Por Marcos Billy Guzmán

Especial El Nuevo Día

El hombre de Ceiba decidió completar ayer el primer tramo de la cuarta edición de "Da vida caminando con Raymond", causa que hace un año no hubiese contemplado. Entonces, confiesa, era usuario de heroína, droga que describe como un adorado enemigo.

"Soy un renacimiento", comenta, recordando los días en que se inyectaba en cada esquina. Lo admite con remordimiento, coraje y disgusto, pero revelando pizcas de felicidad.

¿Por qué sonríes?, le pregunto, y él, mostrando todos los dientes, explica que su alegría responde al despertar que tuvo de aquel tormento con otro que ahora amenaza con quitarle la vida. Tiene cáncer... esa fue su señal.

"Me diagnosticaron uno bien malo en el hígado y ya se regó... Los doctores me dijeron que me queda un año", revela.

Rodeado de cientos de personas -incluyendo a sobrevivientes y otros pacientes de la enfermedad- el hombre de 30 años comenzó la caminata desde el estadio Pedro Montañez de Cayey hasta la Universidad del Turabo en Gurabo; todo por la ilusión de sanar con esperanza.

"Si no puedo vivir más, mejor dedico mis últimos días a regalar vida. Así lo veo, así de simple", sostiene sobre su participación en la caminata, cuyo fin es recaudar fondos para el Hospital Oncológico.

En otra esquina esperaba Raymond Arrieta, líder del proyecto. La multitud lo aclamaba, mientras él, ansioso, revelaba que la noche anterior no pudo conciliar el sueño.

"Estoy tranquilo, más calmado que el año pasado, pero muy ansioso. Ya superé el catarro que tenía hace unos días", menciona. "Creo que es el estrés".

La ruta de ayer era de unas 18 millas, pero su meta consiste en andar de Cayey a Hato Rey a lo largo de seis días, uno de los cuales espera caminar por 24 horas corridas. En total serán 90 millas y cuando lo piensa admite que "hay mucha responsabilidad".

"La gente está esperando el dinero", subraya. "Pero se va a hacer. Haga calor o llueva, vamos a llevarle el dinero al Oncológico", enfatiza el optimista presentador que rebajó casi 20 libras para el encuentro.

Por la mañana, el adolescente Raymond Andrés le había dejado una carta en su casa. Le decía que era el hijo más orgulloso y eso a Arrieta le partió el alma, pero lo llenó de una motivación increíble que el público...

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