'Sandy cambió la historia, incluso la mía'

Por Hernán Rivera COnstanza

Especial para El Nuevo Día

Recuerdo lo ocurrido y puedo decir que se hizo larga la espera. Desde el domingo teníamos avisos de que algo inusual ocurriría. Acá se habla de lluvia, frente fríos y de nieve. ¿Cuándo es un huracán tema de conversación para los neoyorquinos? Ni siquiera un boricua toca ese tema por esta zona, salvo para recordar alguna experiencia vivida en la Isla.

Me confié un poco, lo admito. Después de haber tenido cerca a Hugo, Marilyn, Hortense y Georges -sin contar los otros tantos huracanes que han cambiado de ruta en la travesía caribeña- me sentí más que probado en materia de supervivencia. Tres o cuatro galones de agua, comida enlatada y una linterna fue en lo primero que pensé. Los reportes de prensa me hicieron dudar de si estaba preparado o no. De repente, leo que se trata de un asunto muy complicado: "Un huracán ordinario. una zona de alta presión. un frente frío invernal y el efecto de la luna llena que genera mareas altas". Todo eso combinado para formar un monstruo meteorológico. Asimismo, con ese despliegue de adjetivos.

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