La SanSe y la doctrina de 'shock'

JULIO A. MURIENTE PÉREZ

CATEDRÁTICO DE LA UPR

El problema consiste en querer solucionar o anticipar situaciones con medidas que son peores, cuyos efectos incluso van más allá de lo que pueda o no ocurrir en los cuatro días de fiesta sanjuanera. Particularmente, cuando esas medidas tienen la consecuencia de coartar libertades básicas y de crear un clima carcelario y francamente represivo. Todo ello ajeno no sólo a un ambiente de fiesta, sino al respeto a los derechos básicos que deben serle garantizados a cualquier ciudadano en cualquier lugar.

Lo más inquietante es que el intento de aplicar iniciativas represivas y coercitivas como las que finalmente fueron declaradas ilegales por el tribunal, corresponde a un patrón general de privación o limitación de derechos ciudadanos que cobró fuerza en Estados Unidos y por extensión en Puerto Rico, a raíz de los sucesos del 11 de septiembre de 2001.

En tiempos de guerras antiterroristas, de la prominencia del Homeland Security y de paranoias interminables, se insiste en que el ciudadano vea como buena la privación de sus derechos fundamentales en favor de una alegada "seguridad nacional".

El ciudadano, que se siente indefenso ante el bombardeo incesante sobre el caos en que malvive, de la violencia que acecha por las cuatro esquinas y de los "malos" que amenazan con hacerle daño, termina cediendo, muchas veces gustoso y agradecido. Es la ocasión ideal para que las autoridades gubernamentales, militares y policiacas dispongan a su antojo de ese y de todos los ciudadanos. Se trata, ni más ni menos, que de un proceso de domesticación, de castración social -consentida- que conduce a la manipulación impune de las autoridades sobre la ciudadanía.

Esa fue la política perversa que quiso practicar la administración Fortuño-penepé contra la Universidad...

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