Segovia,

España

Esta magnífica obra de la ingeniería romana se levantó entre la segunda mitad del siglo I y comienzos del siglo II d.C. y a lo largo del tiempo apenas sufrió cambios, llegando casi intacta a nuestros días. La construyeron para poder trasportar agua del río Acebeda a un campamento donde hoy está la ciudad. Su recorrido es de 18 kilómetros, tiene un total de 166 arcos y 20,400 bloques de piedra granítica unidos sin cemento, mediante un ingenioso equilibrio de fuerzas. Llega a la ciudad por un conducto subterráneo que luego se eleva sobre el monumental muro transparente de arcos consecutivos -y de mayor altura: 28 metros y medio- en la Plaza del Azoguejo, punto de reunión de todos los segovianos.

Como toda ciudad antigua, Segovia sufrió los cambios de los diferentes pueblos que la fueron dominando; celtíberos, romanos y visigodos. Y en torno a San Frutos, patrón de la ciudad, la leyenda cuenta que éste salió al encuentro de los moros para disuadirlos de sus creencias y evitar que persiguieran a los cristianos. Pero los moros no escucharon. Entonces, San Frutos trazó una línea en el piso y advirtió que no la pasaran o Dios lo impediría. Sin creerle, los moros quisieron traspasar la raya y una profunda grieta se abrió en la roca. Atónitos, moros y cristianos bautizaron el lugar Cuchillada de San Frutos en honor al santo y desde ese día, los sarracenos tuvieron un gran respeto por el santo segoviano, cuya fiesta se celebra cada 25 de octubre. Por su parte, la historia dice que en la invasión musulmana, Segovia fue tierra de nadie y que los moros no la habitaron por su clima. Algunos sostienen que la ciudad fue abandonada tras la invasión islámica y que recién a fines del siglo XI fue repoblada por cristianos del norte de la península y de los Pirineos.

Del Azoguejo parte la Calle Real -la principal de la ciudad- que alberga en su recorrido un interesante y variado conjunto arquitectónico. Si bien la estructura de la ciudad es medieval, cada época dejó su impronta y fue delineando el estilo de Segovia, convirtiéndola en una de las ciudades más bonitas y monumentales de España. Deambulando por sus intrincadas callejuelas se ven caseríos típicos de la Edad Media construídos sobre largos y angostos solares, de varios pisos y con la planta baja dedicada al comercio. Hoy, esta tipología urbana se conserva pero las pobres fachadas originales fueron cubiertas por esgrafiados en el siglo XIX.

Las primeras referencias del asentamiento judío en...

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