"Ha sido duro y muy largo el viaje"

por José A. Delgado

Jdelgado@elnuevodia.com

La mudanza ya era oficial y ella estaba más entusiasmada que nunca. Se aprestaba a concretar un proceso que -contando la vez anterior en que los republicanos le bloquearon otro nombramiento como embajadora en la República Dominicana- le había tomado 12 años.

Con la nueva designación, Aponte piensa que el presidente Barack Obama le ha dado algo más que un voto de confianza.

"Me ha dado -apostilla- una oportunidad para limpiar mi nombre".

En dos ocasiones, los republicanos del Senado han bloqueado su confirmación como embajadora: primero en 1998 cuando Bill Clinton la quiso enviar a República Dominicana; y ahora, cuando casi por un año, dilataron la posibilidad de que asumiera la representación estadounidense en El Salvador.

Obama tuvo que aprovechar que el Senado había suspendido temporalmente sus trabajos, para otorgarle en agosto un nombramiento de receso, el cual le garantizará ser la enviada de Estados Unidos al país centroamericano, al menos hasta el fin de la sesión de 2011.

En una entrevista en su residencia de la capital estadounidense, sede de múltiples eventos de recaudación de fondos para demócratas y políticos del Partido Popular Democrático (PPD), Aponte se pregunta si le hubiesen dado el mismo trato de haber sido un hombre.

En definitiva, sectores republicanos le quisieron atribuir a ella los esfuerzos de un antiguo novio, el cubanoamericano Roberto Tamayo, por acercarse a la Sección de Intereses de Cuba en Washington D. C. para promover la "reunificación familiar" de la diáspora cubana. Todo un pecado para los sectores más ruidosos del exilio cubano, muy bien insertado dentro de la derecha republicana.

La entrevista tuvo lugar poco después de haber presentado sus credenciales en San Salvador y de haber participado de una reunión en Washington entre el presidente Mauricio Funes y la secretaria de Estado, Hillary Clinton.

En San Salvador, Aponte es testigo de primera fila del histórico proceso por el cual el nuevo líder de un grupo de liberación nacional, al que hasta hace sólo un par de décadas Estados Unidos colgaba el adjetivo de terrorista, gobierna el país centroamericano.

Tras los acuerdos de paz de 1992, en El Salvador comienza la alternancia del poder gubernamental.

"Es una cosa maravillosa", dice Aponte, quien por sus décadas de activismo en Washington D. C. -la zona en que vive la mayoría de la diáspora salvadoreña en Estados Unidos- conoce de cerca la realidad de cientos de miles de emigrantes de El Salvador.

Sabe que Estados Unidos tuvo un pasado nefasto en ese país centroamericano. Pero en sus escasos días en San Salvador no ha sintió viejos resentimientos. Por el contrario, destaca el buen trato recibido por el presidente Funes.

Aponte lleva más de tres décadas vinculada a las comunidades puertorriqueñas e hispanas en Estados Unidos. Fue de las primeras abogadas boricuas que ejerció el Derecho en esta zona.

Aquí ya tenía un nombre propio, antes de que la gobernadora...

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