Siete días de sal y pimienta

Por Leonor Mulero

Boston nos recibió con la brisa del inicio del verano, perfecta para mí y mi hija, fugitivas del calor que este año se ensañó con el Caribe. Que esta ciudad es para caminantes lo evidencian los parques de distintos tamaños, plazas de recreo y aceras anchas. Nos hospedamos en el MidTown Hotel, en la avenida Huntington: modesto, pero ubicado cerca del sistema de trenes y al frente de la piscina con reflejos donde más de una vez saboreamos helados mientras descansamos los pies observando a niños y adultos refrescarse en la fuente.

En la misma Huntington está Thornton's, un económico y pequeño restaurante con mesas en el exterior. Me gustaron la sopa de cebolla y las ensaladas, y en un par de ocasiones me uní a la fila de bostonianos que esperaban por una mesa para desayunar. Cerca ubica el Prudential Center, la segunda torre más alta de la ciudad y dirección de 75 tiendas y restaurantes como The Cheese Cake Factory. Se puede caminar hasta el Copley Center, más comercios, muchos de diseñador. Ambas torres conectan al tren subterráneo, cuyo pase para siete días cuesta $ 18 por persona.

En la imponente Biblioteca Pública de Boston vimos los preparativos para una boda exquisita como la que se habría celebrado en la biblioteca de la Ciudad de Nueva York, en la película "Sex and the City", si Big no hubiera plantado a Carrie.

Impresiona su gran colección rusa. La presencia de los Tolstoi y Dostoyevski se explica por sí sola, pero les cuento que previo a la guerra de la independencia estadounidense, Boston, siendo el puerto más transitado de las colonias inglesas, tenía un comercio importante con la Rusia imperial. Es por ello que los bostonianos no descartan que la bandera de la lucha por la independencia estadounidense se haya confeccionado con tela rusa. Curiosamente, en la Casa Blanca de principios de la década de 1960 que lidió con la Guerra Fría, John F. Kennedy, hijo de Massachusetts, fue protagonista en la tensa Crisis de Octubre que concluyó con el retiro de Cuba de los misiles nucleares que la Unión Soviética enviaba hacia el revolucionario país caribeño. Historia y política aparte, nosotras nos ahorramos el internet del hotel con el gratuito de la biblioteca.

La línea verde del subterráneo nos llevó al Parque de los Comunes, principal espacio de recreación pasiva en la urbe y el más antiguo de Estados Unidos. En su origen un predio de pastoreo e intercambio de ganado y en el siglo 18 como punto de partida de los ingleses...

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