Un siglo de debate legislativo

Por Miguel Díaz Román y Farasch L. Reyloz

El sistema bicameral que existe actualmente en Puerto Rico fue creado a raíz de la aprobación de la Ley Jones en 1917. Para entonces, los legisladores recibían una dieta de aproximadamente $7 por cada día de sesión y un estipendio para la transportación que consistía en el pago de 10 centavos por cada kilómetro recorrido por un legislador para asistir a las sesiones en el Capitolio.

"A los legisladores se les pagaba muy poco. Eran otros tiempos, donde la gente que iba a la Legislatura tenía un compromiso con el país y el salario no era lo más importante", indicó el licenciado Fernando Bayron Toro, historiador de la política puertorriqueña.

Bayron Toro mencionó que en aquellos tiempos el legislador era una persona que podía tener una profesión, lo cual era su fuente de sustento principal, y el trabajo legislativo se realizaba a tiempo parcial, pero dentro "de una visión de compromiso hacia el país".

Esto, sin duda, plantea al menos el cuestionamiento de si a través de los años la figura del legislador ha evolucionado o degenerado no solo en percepción pública -que tal vez es un tanto irrescatable desde esta distancia histórica-, sino en desempeño, en compromiso y en visión de país.

Pero tras entrar en vigor la Constitución de Puerto Rico en el 1952, se estableció un sistema de compensación para los legisladores que les asignaba un salario mensual de $250, que incluía el pago de dietas y de millaje. Bajo este régimen de pago, un legislador podía recibir un salario anual de más de $3,000.

Esto quiere decir que es a mitad de siglo, y con la llegada de una Carta Magna, que se establece por primera vez una fórmula de pago que combinaba salario y lo que hoy llaman estipendios o incentivos correspondiente a dieta y gastos de transportación. Sin embargo, para su momento, esta compensación se mantenía dentro del marco de la razonabilidad. La percepción general para entonces seguía siendo la del legislador como ciudadano que, además de aportar al país por medio de su profesión, le prestaba un servicio extra dedicándole tiempo a una función patriótica. Además, también estaba en el ambiente el factor de que se trataba de individuos de una reputación decorosa, cuando no intachable.

Sin embargo, es posible de algún modo mirar esa etapa como el anuncio o el aviso de una enfermedad que parece ser congénita con el recién inaugurado sistema de gobierno creado y definido por la Constitución, y es el aumento o revisión...

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