Sigue apostando al arte costumbrista

No es extraño entrar a alguna casa en Puerto Rico y ver un cuadro del pintor puertorriqueño Luis Germán Cajiga. Sus vibrantes flamboyanes, así como sus escenas costumbristas, identifican inmediatamente la firma de este artista quebradillano, quien, a sus 85 años, sigue regalándonos nuevos paisajes.Su obra invita a reflexionar sobre ese Puerto Rico agrario de la década del 50 con escenas y personajes de pueblo que resultan cercanos, toda vez que resalta la belleza natural de nuestro entorno, exponiendo a todo color lo que el ruido de la vida a veces evita que veamos. Eso explica la acogida que ha tenido su trabajo no solo aquí, sino también entre los que viven fuera del país, quienes ven en sus cuadros un recuerdo idílico de la patria añorada.Por eso, el maestro no duda en afirmar que "creo que soy, modestia aparte, el más reconocido pintor costumbrista de Puerto Rico". Lo dice una tarde en su taller de trabajo, ubicado en la parte posterior de su residencia en Cupey, donde nos recibe. Tras darnos la bienvenida, se sienta en un área de su estudio, ubicándose entre un retrato de Pedro Albizu Campos y otro de Roberto Clemente, que realizó por la admiración que siente hacia ambas figuras. Todas las paredes del espacio están repletas de cuadros suyos, incluyendo varios de sus famosos flamboyanes, esos que ha pintado y sigue pintando porque "¡es que son tan bellos!".Nacido en el barrio Cacao de Quebradillas el 21 de agosto de 1934, Luis Cajiga se crió en el seno de una familia humilde, donde su madre le cosía las camisas con los sacos de harina que encontraba. Fue a la escuela descalzo hasta sexto grado, cuando la principal de su escuela, Carlota "Coca" Benítez, le regaló sus primeras "champion" (tenis), que después mostraba con orgullo.En esos días de infancia se divertía con su hermano dibujando en las paredes de cartón de su casa. Luego, de adolescente, sustituyó las paredes por cartulinas que compraba a cuatro centavos y que recortaba en cuatro pedazos para hacer cuadritos que regalaba a sus vecinos. Cuando tenía 17 años, supo que la entonces primera dama de Puerto Rico, doña Inés María Mendoza -esposa del gobernador Luis Muñoz Marín-, había ayudado al pintor Alfonso Arana a continuar estudios en pintura en Estados Unidos y en París, por lo que se aventuró a escribirle una carta, acompañada de dos cuadritos, a ver qué pasaba. El resultado fue inesperado."Recuerdo que le escribí a ver si me ayudaba y varios días después me mandó a buscar a...

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