Sigue viva la pena de muerte

Por Jorge L. Pérez

jorge.perez@gfrmedia.com

De acuerdo con el recuento que aparece en la página cibernética Personajesnotorios.com, Guillermina, estudiante de quinto grado, regresaba a la escuela después de almorzar en su casa, pero cuando no volvió a su residencia para las 4:00 p.m., la hora acostumbrada, su padre salió a buscarla.

En la escuela le dijeron que la niña no había asistido a clases por la tarde.

Desesperada, la familia comenzó entonces la búsqueda por los alrededores, siendo José, uno de los hermanos de la niña, quien encontró su cuerpo al día siguiente.

Confidencias de algunos vecinos ubicaron a Jacinto Clemente, de 24 años, cerca del lugar donde fue hallado el cuerpo, y, a la larga, este confesó haber cometido el crimen junto a Arocho, de 17 años.

Luego de que se les hallara culpables, fueron condenados a la horca, una condena que, según parece, fue aplaudida por la gran mayoría de la sociedad puertorriqueña de la época, según recoge en un artículo de 1990 el renombrado periodista e historiador Rubén Arrieta.

"La naturaleza del crimen se encargó de hacer que el público no tuviera piedad con los criminales", escribió Arrieta. "El día de cumplirse la sentencia fueron tantos los espectadores congregados en el patio de La Princesa que tumbaron una verja, tratando de acercarse más al patíbulo".

Eso fue el 20 de julio de 1927.

El 15 de septiembre del mismo año, entretanto, fue ahorcado a su vez el picador de caña Pascual Ramos, quien había sido hallado culpable de asesinar de un machetazo en diciembre de 1926 al mayordomo Carlos Rosso de la hacienda Sabater de Guayama.

Tampoco en ese caso hubo mucho que llamara a que el público se apiadara del acusado: aunque este alegó que había actuado en defensa propia, en corte se presentó evidencia de que Rosso lo había despedido de la hacienda, acusándolo de ladrón, y el informe médico halló que la víctima había estado de cuclillas y de espaldas al momento de ser atacado.

En total, con esas tres muertes, sumaban ya 17 los ajusticiados en Puerto Rico desde que Estados Unidos asumió el control del país en 1898.

Antes de eso, durante el dominio español, las ejecuciones tampoco eran nada fuera de lo común, aunque escasean las cifras oficiales.

Extraoficialmente, se habla de 562 muertes entre los siglos XVI y XIX, 159 de ellas en el siglo XIX, y, de hecho, el mismo artículo de Arrieta menciona que el 29 de marzo de 1825 fueron ahorcados, en terrenos de El Morro, el famoso pirata Cofresí y su...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR