Sinuoso y SEDUCTOR

Valle del Río Mosela

Hay paisajes que tranquilizan por la armonía que inspiran. El paisaje del valle del río Mosela entre las ciudades de Coblenza y Tréveris en Alemania excita las emociones con sus curvas, sus jaldas y terrazas sembradas de viñedos y el intenso quehacer turístico que se vive en sus pueblos.

Al viajero boricua que decida a explorar este valle fluvial le aguarda uno de los paisajes más hermosos y autóctonos de Alemania.

El recorrido por las serpentinas curvas de este río se deja hacer en barco, en auto, en bicicleta o a píe. Una excelente infraestructura de carreteras y senderos agiliza los trayectos y conecta los recorridos entre sus pueblos más turísticos como Bernkastel-Kues y Cochem o sus ciudades principales Coblenza y Tréveris.

Histórica y culturalmente el valle alemán del Mosela tiene mucho que ofrecer pero sobre todo son sus más de 4,000 viticultores los que encantan con la calidad y el buen precio de sus vinos a los visitantes.

La herencia dejada por los antiguos romanos, los pintorescos pueblos repletos de medievales casas de maderas entramadas y los castillos y monasterios de la región complementan el gran atractivo turístico del Mosela.

La parte alemana del Mosela cuenta con alrededor de 243 kilómetros (150 millas), aunque esta distancia se multiplica en tiempo con las serpentinas curvas del río. Las carreteras 49 y 53 entre Coblenza y Tréveris transcurren en ambas orillas y atraviesan los principales pueblos.

Si su base de llegada está en Frankfurt te conviene iniciar el recorrido en Coblenza, donde el Mosela desemboca en el Rin. Pero si deseas orientar históricamente tu travesía, Tréveris es el punto de partida porque es la ciudad más antigua de Alemania y es desde donde los romanos hace 2,000 años iniciaron el cultivo de las cepas en la región. Son datos que te introducirán al paisaje que te aguarda.

Desde la carretera podrás contemplar las altísimas terrazas de viñedos del Mosela. El viñedo más escarpado de Europa, el Calmont, se encuentra aquí. Su inclinación de 65 grados de pendiente en una montaña de 300 metros de altura entre los pueblos de Bremm y Eller explica el por qué el cultivo de la vid a estas alturas no está libre de riesgos y le ha costado la vida a más de un viticultor.

A lo largo de la ruta encontrarás abiertas las bodegas de los locales acostumbrados a ofrecer catas espontáneas a los compradores interesados. El inglés te servirá bien como "lingua franca" y entre parada y parada podrás llenar...

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