Sobrevive la fama y apuesta a más música

Luis Esteban “Perico” Ortiz Ruiz llega a su cita solo, de buen ánimo y complaciente. Presto a ser fotografiado, cede sus aparejos: la llave del auto, el reloj, una bolsa pequeña, pero no el estuche con su trompeta, ese es sagrado. Tan pronto saca la reluciente pieza y la sostiene con su diestra, mueve los dedos rápida e instintivamente, pero sin oprimir los pulsadores de pistón. A la hora de posar con ella en la escalera de su alma máter, el Conservatorio de Música de Puerto Rico, comienza a sacarle música con ojos cerrados, como si entrara en un trance, hasta que lo interrumpe el fotoperiodista para darle instrucciones.

Un joven se acerca sigiloso y lo contempla con devoción. El maestro lo saluda con cariño, recreando en otro tiempo el momento en que la leyenda de la salsa, Ismael Rivera, se le acercó un día y lo bautizó Perico. Tenía apenas 10 años y lo espiaba desde una verja cercana a su lugar de ensayos en Tras Talleres, repitiendo con la maltrecha trompeta que le asignaron en la entonces novel Escuela Libre de Música de San Juan las notas de “Quítate de la vía Perico”, tema que quedaría grabado en la historia de la música popular, y en la suya. “Me dijo: ‘No te van a llamar Luis Esteban, te llamarán Luis ‘Perico’ Ortiz y vas a ser grande”, recordó sobre la segunda gran memoria de sus inicios musicales. La primera fue en su hogar.

Nació el 26 de diciembre de 1949 en la pobreza extrema que arropaba a tantas familias de Puerto Rico. Su amor por la música le alimentaba sueños, aunque sin que pudiera imaginar el ídolo que llegaría a ser, un artista que este año celebra 55 de una fructífera carrera que lo llevó a viajar el mundo e impulsar más estrellas.

“Vivimos en un cubículo que todavía está, es en la calle Solá, en Tras Talleres. El cubículo era esto (señala el área que ocupa la mesa). Era para la camita, se cocinaba con leña afuera (en un fogón comunal), y un barril de agua, ahí era que se bañaban. Eran muchos cubículos. Vivimos así por mucho tiempo. Tengo memorias, siento que estuve allí. Un día choqué con un documento que decía dónde (nací) y quién fue la comadrona que me trajo al mundo, Julia. Entonces, como Andy (Montañez) es de Tras Talleres, le dije “Andy, ¿dónde queda esto?”. Y me dice: ‘Detrás de casa’. Y me llevó. Busqué el sitio y yo tengo una fotografía en pañales agarra’o del cubículo”, relata Luis Perico.

“Me la pasaba tocando latitas, oyendo música. Mi vida siempre ha sido el Señor (Dios) y la música. No supe lo que era jugar baloncesto, jugar pelota”, dice sobre su vida...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR