'Solo invierten en votos... ¡Ya basta!

Son las 5:15 de la madrugada del 22 de noviembre de 2019. En el camino Toño Maldonado, desde lo más profundo en las montañas de Utuado, no hay paso.Está oscuro, el sol aún no alumbra.Tierra y palos obstruyen la vía.Desde las sombras, se oye a Norma Acosta decirle a su hija menor: "Por ahí está peor Karla"."Este es el camino Toño Maldonado y está peor que el otro", replica Karla mientras graba la escena con su celular.De entre la oscuridad, se ve la figura de un hombre recogiendo palos y tratando de abrir la vía. Lleva un sombrero banco y está bien vestido.Se vira y aparece su imagen de frente.Entonces, su indignación se traduce en palabras. La fuerza de su voz entona su frustración."Una comunidad aislada. Yo voy para un médico a tratarme, a una operación de emergencia. Así nos tienen el sistema este en Puerto Rico. Los dos partidos igualmente irresponsables. Robándose lo que el pueblo paga en IVU y en contribuciones. Y los barrios del campo aislados", sentencia sin el más mínimo disimulo de la rabia que lo recorre.Es que no es un simple derrumbe aislado, no. Es lo de siempre. Es la imagen de lo que el abandono absoluto ha reducido casi a un sendero. Es la visión de la agonía de verse atrapados, aislados, sin importar la emergencia. Es la reproducción de décadas de fiascos. Es el hastío de toparse con el mismo fotograma, pero no el de un rollo de película, sino el de la vida cotidiana de seres humanos. Es sentir que no te oyen, que no te miran, que no te hablan.Es la voz contundente de don Carlos Pesquera, un hombre de 74 años, 42 de ellos viviendo en el barrio Don Alonso abajo, sector Bujosa, de Utuado. Es el mensaje de indignación que se replicó por las redes sociales, como una epidemia de desamparo instalada en el corazón de muchos. Es el agotamiento de gente de la montaña tras aguantar la inercia, la desidia, gobierno tras gobierno.Es un grito de: ¡Ya está bueno!Para llegar a la casa de don Carlos hay que adentrarse en los caminos de la montaña y mientras más profundo, la carretera se vuelve más estrecha. En las curvas, hay que tocar bocina porque dos vehículos no caben. Los tramos están llenos de boquetes y han quedado de tierra, porque las inclemencias del tiempo se atragantaron la brea. Hay que conducir despacio, pasar por un puente deteriorado sobre el lago Caonillas. Es como una visión de que el tiempo se detuvo.Al final, la casa de don Carlos, resguardada por una enorme Ceiba de casi 100 pies que él mismo sembró junto a su madre...

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