Coqueteó con otra sorpresa

Por José A. Sánchez Fournier

jose.sanchez@elnuevodia.com

Entonces vino el tercer game del último set.

Mónica Puig Marchán cayó vencida por la estadounidense Sloane Stephens ayer en los octavos de finales de Wimbledon, poniéndole fin a la destacada actuación de la boricua en el césped londinense.

El resultado final fue 6-4, 5-7, 1-6, en un duelo de jóvenes promesas del tenis. Stephens, de 20 años, está en el puesto 17 del escalafón mundial de la Asociación de Tenis de Mujeres (WTA, por sus siglas en inglés). La boricua, de 19 años, está 65.

"Me llevo unos lindos recuerdos de mi primer Wimbledon. Estar en la segunda semana de un Gran Slam siempre fue una de mis metas. Me llevo muchas cosas positivas", dijo Puig quien llegará esta noche a Puerto Rico y mañana realizará una conferencia de prensa en el Copur.

Su estadía en Puerto Rico será corta. "Pasaré solo una semana en mi islita con mi familia", agregó Puig.

Una decisión errónea del árbitro principal temprano en el set final y con el marcador igualado a 1-1, contribuyó en la descomposición mental de la boricua. Esto cuando el oficial de silla cantó adentro un servicio de Stephens, lo que enfureció a Puig.

La boricua protestó infructuosamente y perdió la compostura. Lució de malhumor el resto del camino y rápidamente perdió control del match. Stephens aprovechó para apretar su juego y ganar fácil el set final.

Mónica fue agresiva en su peloteo, incluso forzando las esquinas cuando intentaba segundo servicio o cuando estaba atrás en el marcador. Nunca titubeó al intentar incómodos voleos defensivos o envíos de francotirador a los laterales y la línea de base.

Stephens, considerada el futuro del tenis estadounidense, arrancó ambivalente. En ocasiones le llegaba un poco tarde a las bolas y se conformó -en especial durante el primer set- con pegar fuertes golpes de pase, en vez de tiros agresivos y certeros.

Esa indecisión de la estadounidense fue bienvenida por Puig, quien aprovechó para pegarle con seguridad a la pelota, intentando agudos voleos de adentro hacia afuera y peinando los laterales con pelotas fuertes. En ocasiones falló los golpes, pero esto no logró socavar su confianza.

Mónica apostó a su tenacidad y mejor puntería. Durante los primeros dos sets ese gambito le dejó buen dividendo. También tuvo disponible su fortalecido servicio, el cual llegó a las 109 millas por hora cuando marcó el punto para ganar el cuarto game y empatar el marcador 2-2.

El próximo game decidió el primer set...

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