La sorpresa del silencio

Por Ana Teresa Toro

ana.toro@elnuevodia.com

-Francis, es John.

-John, ¿todo está bien?

-Sí, es que escucho un sonido tan hermoso, es como un auí, auí.

-Ah, eso es el coquí.

La anécdota acerca de la visita de John Cage a Puerto Rico en el 1982 la recuerda el músico Francis Schwartz. También rememora lo mucho que al reconocido compositor, teórico y multifacético artista estadounidense le gustaba el sonido de las bainas de los flamboyanes cuando las movía o caminaba sobre ellas.

No es extraño que las dos primeras anécdotas que salten al hablar de John Cage tengan que ver con el sonido -o el silencio- que en su caso siempre es de una relatividad muy ingeniosa. Tampoco lo es que Francis Schwartz, Nelson Rivera y Luis Hernández Mergal -los tres amplios conocedores de la obra de Cage- se hayan juntado en el marco del centenario del natalicio del artista, celebrado el pasado 5 de septiembre, para presentar el concierto "John Cage I: 0'00" (1962) y One7 (1992)" esta noche en el Museo de Historia, Antropología y Arte de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras.

El evento se suma a la serie de eventos en torno a Cage que Rivera ha gestionado comenzando con la reciente apertura de la exhibición "Museum Circle" en la mencionada institución y continuando con una variedad de conciertos y conferencias que se extenderán a lo largo del semestre académico.

Con este concierto se unen tres colegas, tres amigos y, sobre todo, tres artistas que sintonizaron muy profundamente con la obra de ruptura de Cage.

"Tocarán dos obras muy diferentes. Una es del 62 y otra del 92, la última que Cage ejecutó en vida", describe Rivera acerca de las piezas que integran el concierto y que se interpretarán de manera simultánea. Una desde la oficina de recepción del Museo, en la que se colocarán micrófonos en distintos objetos, convirtiendo así el lugar en un gran instrumento musical; mientras que la otra se interpretará en un teclado desde el pequeño patio interior del Museo. En un principio, en lugar de un teclado, se utilizaría el carrillón de la Torre de la Universidad, pero recientemente se informó que no estaba en condiciones de uso. El azar los llevó a esta solución, algo definitivamente muy a lo Cage.

La idea es que el público se mueva libremente por el espacio y escuche fragmentos de una pieza y la otra sin ver a los músicos a la vez.

"Estamos uniendo dos espacios musicales que no son necesariamente compatibles. A él le gustaba mucho el encuentro entre cosas...

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