Sube y baja de emociones

Por Patricia Vargas casiano

pvargas@elnuevodia.com

El público que asistió al Coliseo de Puerto Rico se mantuvo atento a cada movimiento de los acróbatas, y éstos centrados en sus actos, lo que creó la magia que se esperaba de uno de los espectáculos más reconocidos en el mundo.

Fue con Adagio que abrió el primero de los diez números, compuesto por tres acróbatas que con sus cuerpos entrelazados creaban figuras sobre la fragilidad de la vida.

Le siguió un acto chino con cerca de 30 acróbatas en el trapecio. Más adelante otros artistas se columpiaron por el aire, a 45 pies de altura, atados por cuerdas elásticas, mientras que otros formaban un ballet aéreo basado en conocidos temas operísticos.

Sobre el escenario hacían su parte los contorcionistas. El movimiento no se detenía.

El número Juggling ejecutado por el malavarista Terry Velázquez y el de Las boleadoras con Adriana Pegueroles y Luis López, fueron de los más aplaudidos por el público por sus respectivas habilidades y ritmo.

Entretato, el Saltimbanco entraba y salía del escenario como hilo...

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