SÚBITA INMORTALIDAD

por marcos billy guzmán. Especial El Nuevo Día

fotos archivo

De Michael Jackson a Héctor Lavoe, las muertes de celebridades han demostrado su poder para causar conmoción colectiva y despertar un ávido interés por saber más que da rienda a todo tipo de comentarios. De pronto, un accidente se convierte en suicidio y el suicidio en asesinato.

Quizás el más famoso ejemplo del fenómeno es Marilyn Monroe, la rubia actriz de voluptuoso cuerpo que hoy es considerada uno de los símbolos sexuales más importantes de la cultura popular. Recordarla implica pensar en su temprano deceso, ya que su supuesto suicidio es puesto en duda por muchos que piensan que fue asesinada por la CIA con el fin de esconder su alegado romance con el presidente John F. Kennedy.

En Puerto Rico, el pelotero Roberto Clemente también despertó teorías sobre cómo perdió la vida en un accidente aéreo mientras viajaba para ayudar a las víctimas de un terremoto en Nicaragua en 1972. Se dice que su esposa le pidió que no fuera, a lo que él, se alega, respondió: "Si vas a morir, morirás". Y así fue.

El misterio en muertes como estas alimenta el enigma y las especulaciones.

Para el sociólogo Manuel Torres Márquez, "no debe sorprender que surjan historias ante el deceso de figuras que han incidido liderazgo en su área", porque "solemos simpatizar con artistas como parte de la identificación de nuestra generación e imaginario cultural".

El acceso y el reconocimiento que las celebridades tienen los convierte en fascinación para las masas. Eso, según la psicóloga Luz Pimentel, provoca "que las personas se identifiquen porque les gustaría ser como ellos".

"Se pone al artista en un pedestal. Lo idealizamos como héroe. Queremos que esa persona sea siempre buena, que no cometa errores, que no tenga defectos", sostiene.

Para ella, la consecuencia es que "aceptar que un ídolo ha fallecido se convierte en hecatombe, pues lo pensamos inmortal y aceptar su humanidad quiere decir que mi héroe ya no existe y que la imagen que creé no es real".

"Hay quienes pueden sufrir más la partida de un famoso que la de alguien de su propia sangre", menciona, aunque subrayando que el impacto de la muerte siempre depende del significado que se le da a raíz de que creencias y valores.

A su juicio, el sufrimiento que sigue radica en que "pensamos en nuestra mortalidad y entramos en negación".

"Las personas, muchas veces, acuden a dar explicaciones alternas a un evento que no es real, porque la muerte es una...

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