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Sucio difícil

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WILDA RODRÍGUEZ

PERIODISTA

No es cierto que el 80% de los puertorriqueños aprobara el 4 de junio de 1951 la Ley 600 del Congreso de Estados Unidos que le daba permiso a los puertorriqueños a redactar una constitución. Solo votó el 65% de los electores. Se abstuvieron casi 300,000. Si sumamos y restamos, en realidad el clamor del pueblo de Puerto Rico por una constitución de mentiritas fue de menos del 50% de los electores inscritos.

La Ley 600 no fue el reconocimiento de un status político para Puerto Rico. Fue una sencilla autorización para un gobiernito local sujeto siempre a la voluntad del Congreso. La Constitución del Estado Libre Asociado no es un documento de consenso glorioso. La redactaron 70 delegados populares y 14 estadistas y fue aprobada con un 54% de los electores inscritos.

Puerto Rico sigue siendo una subdivisión política de los Estados Unidos sin soberanía constitucionalmente definida como la tienen los estados o las repúblicas. No existe un pacto bilateral entre Estados Unidos y Puerto Rico porque el término en el plano internacional se refiere a una relación entre dos gobiernos soberanos. En el caso de Puerto Rico, el Congreso retiene el pleno poder de su cláusula territorial para ejercer unilateralmente la ley federal en Puerto Rico. Eso de pacto bilateral no se puede dar entre Estados Unidos y Puerto Rico.

Puerto Rico seguirá siendo un territorio con una condición inferior de gobierno hasta que el pueblo pueda ejercer su soberanía para obtener su soberanía. Ésta puede lograrse mediante la estadidad, la independencia o una enmienda a la Constitución de Estados Unidos que otorgue a Puerto Rico una soberanía constitucionalmente definida.

Ah, y el Congreso no puede garantizar el Estado Libre Asociado como un status permanente porque no puede conferir a Puerto Rico un status no contemplado en la Constitución de Estados Unidos.

Sólo he querido hacer un repasito leve de los entuertos que han tejido la historia de nuestro status desde que...

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