¡Sufre, Hollywood!

ANA LYDIA VEGA

ESCRITORA

Que se preparen Marc y Jennifer. Si todavía tienen sus dudas de que un megaestudio cinematográfico pueda funcionar en una isla tan problemática, ahora resulta que no habrá uno, sino dos. Y que lo den por hecho: Santini ni bailando da un paso atrás. Desde la oficina municipal que plantó en Washington, debe haber montado ya el padre de los cabildeos por los 57 millones requeridos. A saber si fue esa súbita pasión por el séptimo arte lo que nos valió este año la amarga sorpresa de un aumento al impuesto sobre la propiedad.

Conviene, en justicia, repasar los méritos de la iniciativa. Sobresale, ante todo, el elemento humanitario. Con la cantidad de empleados que ha lanzado a la calle la Ley 7 y la legión de deambulantes que pulula por las avenidas metropolitanas, sobran los candidatos para fungir de guías, cargamaletas, masajistas y guardaespaldas de las futuras estrellas visitantes. Eso, claro, sin subestimar a los actores del patio que pudieran ser reclutados como extras por algún director deseoso de congraciarse con las minorías marginadas o, al menos, de añadirle a su película un picante toquecillo de folclor.

Puerto Rico abunda en localidades filmables. Y no se limitan a las inevitables playas de las cintas románticas. Contamos, por suerte, con escenarios mucho más sugerentes. La suciedad y el deterioro de esos centros urbanos donde nadie, excepto los tecatos y los delincuentes, se atreve a poner pata de noche podrían resultar sumamente atractivos para los expertos del "thriller". Vertederos clandestinos, autopistas sin luces, urbanizaciones militarizadas y balaceras espontáneas resaltarían al máximo esa inquietante y seductora atmósfera "noir".

De preferirse los interiores tétricos, hay un exceso disponible de edificios y carros abandonados. Cualquier salón de escuela pública -sin maestros ni materiales, con filtraciones en el techo, hongos en las paredes e inodoros desbordados- permitiría la creación de una siniestra "teen movie" de ésas que hacen gozar a la taquilla y gritar a los adolescentes,

Pero el talento ocioso y los panoramas sórdidos no representan nuestra única oferta motivante. Es, definitivamente, en el renglón de la inspiración temática que los puertorriqueños realizarían su más significativa aportación al desarrollo del cine contemporáneo. Póngale el...

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