Sumergidos

Yara Liceaga

Pero aparece otra fosa. Otra. Otra más. Algunos de ellos buscados por familiares y conocidos, otros abandonados al ardor polvoriento de la anonimidad, los cuerpos arqueados unos encima de otros alzan su voz opaca de huesos al ser exhumados, en el (des)concierto de palas y maquinaria desenterrando el diálogo macabro entre los carteles.

Durango, Tamaulipas, Guerrero, Jalisco, Zacatecas abren las bocas de las que se extirpan los cuerpos sin vida de los que suman alrededor de cuatrocientos encontrados en fosas clandestinas desde abril de este año.

Algunos de los asesinados estuvieron reportados desaparecidos a partir de marzo del año pasado.

El rostro de la identificación (algunos han sido calcinados por lo que el ADN ha sido pulverizado) es un "collage" de botones, chapas de correas, espejuelos, aros, alguna prenda mínima que colabore en calidad de pista para dar con el paradero de quien hasta entonces fuera Juan o Juana del Pueblo.

Obligados al éxodo, muchas comunidades de estos estados han huido de terror...

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