Tango mentiroso

LUIS RAFAEL SÁNCHEZ

ESCRITOR

Veinte son un montón de años, si bien el tango "Volver", que compuso Alfredo Le Pera y popularizó Carlos Gardel, lo niega: "Sentir que es un soplo la vida, que veinte años no es nada, que febril la mirada, errante en la sombra, te busca y te nombra".

Dicho tango aduce que si el alma se aferra a los dulces recuerdos, nada importa alejarse del amor, durante veinte años. Y culmina alegando que, si el corazón posee la fortuna de una esperanza humilde, nada supone haber cumplido veinte años más.

¿Veinte?

La pregunta me denuncia. Porta un matiz de interés cuando debió portar uno de escepticismo. El matiz equivocado precipita la reacción de la familia. Mi hermana Elba Ivelisse opina que el tinte no debe levantar sospechas.

Protesto el uso de la palabra sospecha. Coloca el acto de pintarse el pelo en el renglón de la delincuencia, cuando debía colocarlo en el renglón de la vanidad. Por lo menos cuando de hombres se trata. El rostro y el cabello masculinos resienten el maquillaje y la tintura, en la inmensa mayoría de los casos.

En cambio, las mujeres tienen acostumbrados el rostro y el cabello al vaivén del color. Las cejas y las pestañas, los párpados, las mejillas y las bocas femeninas, operan como permanente laboratorio de experimentación cromática.

Mi hermana precisa que quiso significar trabajo capilar "discreto" cuando dijo "trabajo a no levantar sospechas". Y añade que un tinte, en sintonía con mi resistencia, debe encargarse a una estilista de primera.

Entusiasmada con el argumento, pues repara en que soy todo oídos, suelta una palabreja alarmante, "tips". Mi hermano Néstor Manuel y mi sobrino Fernando Luis, mi otro amor favorito, además de doctor en epidemiología, corean la pregunta "¿Qué quiere decir 'tips'?" Mi cuñada Doris toma la palabreja por el mango, e ilustra a los ignorantes- "Son toques de tinte que se distribuyen por la cabellera. Crean la impresión de que el encanecimiento apenas comienza". Mi hermana añade que en México los llaman luces.

Recuerdo la palabreja. Un amigo que estimo mucho y veo poco, Enrique Trigo Tió, me dijo que Salvador Sánchez, quien molió con los puños a nuestro Wilfredo Gómez, se daba luces. Curioso me pareció que un boxeador jovencísimo ensayara tales artificios.

Sonreído, pero terco, reclamo que se trata de un asunto personal, cuya discusión huelga. Blancos, prietos, rojizos, copiosos, ralos, escasos, los pelos en que remata la cabeza pertenecen al dominio privado, no obstante...

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