Tango urbano

Por Carmen Graciela Díaz . Especial El Nuevo Día

Fotos José L. Cruz Candelaria

Los audífonos los compartían así como la música que venía del iPod, guardado en el bolsillo de la chaqueta de él. Se dieron ese abrazo que no es como otros; el abrazo del tango y bailaron, tanteando con sus pasos las calles y las aceras que recorrerían.

Tal vez para no interrumpir la concentración silenciosa de la pareja, los transeúntes siguieron su camino con solemnidad por el Viejo San Juan. Era una procesión inspirada por un tango que nadie escuchaba, solo ellos dos. Sus manos entrelazadas, los ojos cerrados y los pies al mando de los dos cuerpos conmovían por ese lenguaje de pasión en el que las palabras a veces sobran.

Los que no caminaron tras ellos, los miraron desde los carros, los restaurantes o los escaparates de las tiendas.

"Está lindo ese traje que ella tiene", le comentó una muchacha a otra a su lado al ver el seductor traje de Soledad Fernández, bailarina principal de la gira del cantante Julio Iglesias, que robó las miradas de muchos y muchas que hubiesen deseado pasearse con el escote de su vestido tanguero.

Soledad y su compañero de baile, José Valentín, salieron de la Plaza Colón, y en clave de sensualidad, bailaron por la Plaza Arturo Somohano, la calle Tetuán y el callejón del Gámbaro. Cuatro parejas más bailarían y jugarían este relevo hasta llegar a la Plaza San José, cada una identificada con un papelito en la espalda del hombre, ese domingo en el que el baile desordenó la cotidianidad.

Es parte del proyecto Posta, que nació de la inventiva de los bailarines Ignacio "Nacho" González Cano y Diego Restivo, de la compañía argentina Tempotango.

"La idea está vinculada a un estudio que estoy haciendo sobre la subjetividad del tiempo y que si bien existe un tiempo real, que todos tenemos en base al reloj, cuando uno desarrolla cualquier actividad (una película, bailar, leer un libro), la percepción personal que se tiene del tiempo es diferente", ilustró Nacho al ejemplificar que si una película es buena a uno se le hace corta, al igual que si es muy mala a uno se le hace larga.

El coreógrafo explicó que eso pasa al bailar o cuando se está entretenido.

"Si estás en la milonga uno no registra cuántas horas pasaron, pero uno sabe más o menos cuántos tangos bailó y sabe con cuántas personas bailó", detalló quien entiende que "la medida del tiempo va cambiando en función de la necesidad de uno y dónde uno tiene ubicado su espíritu más que su...

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