Tea

Rosa Mercado

Yo quiero un trabajo así. Yo quiero entretenerme en la lectura mientras se discute no sé que cosa en el hemiciclo. Así captó la cámara a uno de los señores. Como saben nadar y guardar la ropa, el honorable leía en su tablet.

Si una cámara de televisión hubiese enfocado hacia las gradas, ni usted ni yo sabríamos lo que hacía el distinguido en sus horas laborables pagadas con fondos públicos.

Pero el fotoperiodista tomó la foto como el que mira por encima del hombro. Nuestro empleado leía a Dan Brown.

Si al menos estuviese leyendo de Ramón J. Sender "Réquiem para un campesino español" o "Las tres sorores", uno pensaría que el hombre se edifica. Pero nos quitan hasta esa esperanza. Es más, afirman los señores que no leen. Pues el que no lee, se embrutece. Pero eso los señores no lo saben, porque no lo leyeron.

Y el honorable lector de la tablet ejemplifica al legislador distraído. Ellos viven en un plano de la realidad y nosotros en otro.

En nuestro plano de la realidad las promesas se cumplen e incumplir una promesa tiene consecuencias. En el de ellos no.

Adoptan, para acomodarse en la silla, la plataforma de su partido...

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