El teatro habanero de la CELAC

ANDRÉS CANDELARIO

ESCRITOR

Esta nueva comunidad de estados es otra manifestación del nuevo multilateralismo latinoamericano, esta vez animado en su fondo por un antiyanquismo ancestral y por una mirada ciega a la dictadura totalitaria más longeva de Occidente, en cuya capital se efectuó este segundo encuentro, bajo la presidencia pro témpore del general Raúl Castro.

En su discurso de apertura, Castro manifestó, con su boca de comer, que la prioridad de la CELAC será "crear un espacio político común" y declarar a América Latina "zona de paz", donde se destierre la guerra, la amenaza y el uso de la fuerza, en el que los diferendos entre países hermanos se autorresuelvan por una vía pacífica, conforme a los principios del derecho internacional

¿Es creíble esta manifestación en boca de quien es líder de una dictadura totalitaria que ha pisoteado por 55 años los principios democráticos que rigen los países representados en esta II Cumbre de la CELAC?

¿Cómo olvidar que el personaje que da la bienvenida, esta vez convenientemente disfrazado de civil, estuvo por años estrechamente vinculado a la exportación de actividades guerrilleras a varios países de la región? ¿Habrán borrado de sus mentes que ese señor de inofensivo traje gris fue cómplice de las intervenciones militares que su delirante hermano mayor propugnó a lo largo de 15 años en Angola, Namibia, Zimbabue, el Congo, Tanzania y Zaire en complicidad con la Unión Soviética, al costo de miles de vidas cubanas y africanas?

No olvidemos que antes de heredar la presidencia del Consejo de Estado y de Ministros de manos del "máximo líder" por razones de salud, Raúl Castro fue el jefe de las Fuerzas Armadas Revolucionarias durante 49 largos años.

¿Qué está pasando en América Latina que, no sólo acepta dentro de un organismo como la CELAC una dictadura tan sangrienta y represiva como lo fueron en su momento la de Pinochet, Rojas Pinilla o Somoza (para sólo mencionar algunas), sino que, además, la eligen como sede de esta II Cumbre?

En nuestra región una corriente autoritaria amenaza de nuevo a la democracia. El caudillismo y el populismo que estuvieron presentes a finales del siglo XIX y durante gran parte del siglo XX, lo vemos asomando sus uñas al comienzo de este siglo XXI. Allí están los reclamos de justicia para las clases pobres, la prédica antiimperialista, estatista y antiburguesa, así como declaraciones pro-democracia y el reconocimiento de posiciones claramente marxistas.

Se promueven...

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