Cuando la tecnología se 'esmanda'

Por Wilson González Espada

Ciencia Puerto Rico

Digo "en teoría" porque la historia nos recuerda que a veces la tecnología se apura en comercializar aplicaciones basadas en lo último de la ciencia. Muchas veces no hay problema. En otros casos, la prisa lleva a que algunos productos lleguen al mercado antes de que podamos entender sus efectos secundarios o peligros para la salud y el ambiente.

Veamos tres ejemplos históricos.

En el 1895 el científico alemán Wilhelm Roentgen estaba trabajando en su laboratorio con tubos catódicos, unos aparatos de cristal completamente sellados al vacío, excepto por algún gas, y con dos electrodos adentro. Cuando se conectaba el tubo catódico a una fuente de alto voltaje, este emitía una radiación electromagnética; una "luz invisible", capaz de pasar sin mucha dificultad a través de cartulina, piel y cuero, pero absorbida por objetos sólidos como el hueso y el metal.

Las aplicaciones médicas de los rayos X progresaron aceleradamente, pero los médicos y las enfermeras comenzaron a exhibir síntomas como quemaduras en la piel y cáncer. Esto no impidió que la tecnología fuera comercializada de modo que ponía en peligro al público. Durante la primera mitad del siglo XX se vendían materiales para hacer máquinas de rayos X caseras; se ofrecían terapias de rayos X para el dolor de cabeza; y se exponía a los fetos a estos peligrosos rayos al examinar a mujeres embarazadas.

Eventualmente la ciencia se puso al día y se advirtió al público de los peligros de los rayos X. Ahora existen límites de exposición, sobre todo para personas que frecuentemente tienen que estar cerca de equipos que producen rayos X.

Otro ejemplo fue el uso del acetoarsenito de cobre, descubierto alrededor de 1810 en Alemania. Esta substancia, conocida comúnmente como "verde de parís" por su llamativo color, inmediatamente llamó la atención a aquellos que producían pinturas y pigmentos.

Antes de que la ciencia pudiera analizar completamente las propiedades de esta sustancia, las aplicaciones del verde de París florecieron. Su uso como colorante para repostería y como pigmento para obras de arte y telas duró muy poco y envenenó a decenas de personas en Europa. Según se acumulaban los casos de envenenamiento, se dejó de usar como pigmento, pero se promovió su uso como pesticida e insecticida.

No fue hasta principios del siglo XX que se supo que las plantas absorbían el verde de...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR