Teme la madre de niñas presuntamente abusadas

Por Cynthia López Cabán

cynthia.lopez@gfrmedia.com

Pese a esta preocupación, la mujer, de 38 años, reconoció que no ha procurado ayuda psicológica para sus hijas en los pasados años porque no contaba con los recursos económicos para costear el tratamiento ni con el dinero para pagar por transportación en las varias ocasiones en que surgieron alternativas gratuitas.

La mujer declaró como testigo del Ministerio Público durante una vista de necesidad para solicitar que las menores declarasen utilizando circuito cerrado en la vista preliminar que se sigue contra Josefina Rivera Matías y Carlos Camacho Maldonado por supuestamente cometer actos lascivos y agredir sexualmente a las niñas, ahora adolescentes.

Ante el juez Enrique Silva Avilés, del Tribunal de San Juan, la mujer indicó que luego que ocurrió el alegado abuso, entre enero y febrero del 2007, ambas menores recibieron ayuda a través de los programas de la Universidad Carlos Albizu. En ese momento, las niñas tenían 5 y 8 años.

Después de eso y hasta el presente, las menores no han recibido atención médica por la falta de recursos de su madre.

"No tenía dinero para llevarlas a los centros que me enviaban. No contaba con transportación pública", respondió la mujer a preguntas de la fiscal Maritza Valero, de la Unidad Especializada de Violencia Doméstica, Delitos Sexuales y Maltrato a Menores.

Contó que, ante la falta de recursos, compró un libro en una farmacia cercana a su residencia que le sirvió para guiarla en el proceso con sus hijas.

Dos años después de los alegados hechos, la mujer se marchó a Estados Unidos con sus cuatro hijas.

"Necesitaba un cambio de ambiente. Por los hechos, los niños se burlaban de ellas y no les permitían sanar psicológica y emocionalmente para salir del estado en que estaban", indicó sobre la razón para abandonar la Isla.

Aseguró que el alegado abuso sexual afectó a sus hijas, quienes inicialmente se mostraron retraídas y desconfiaban de las personas a su alrededor.

Afirmó, a preguntas de la fiscal Valero, que la experiencia ha afectado de forma más seria a su hija menor, pero que la mayor está estable y mantiene buenas notas en la escuela.

"No le gusta que la toquen ni la abracen (a la menor), inclusive los mismos miembros de su familia", apuntó la mujer, quien movía las manos constantemente.

En varias ocasiones, aseguró que sus hijas no querían regresar a Puerto Rico para enfrentarse al proceso...

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