Un templo para cultivar el gusto

La fachada del restaurante Latidos, en Miramar, parece gritar ¡provocación! Igual sus degustaciones, que combinan experiencias sensoriales dignas de un espectáculo de arte contemporáneo.

Provocar con el ambiente, la comida y los cocteles es la meta de los hermanos Héctor y Amanda Rosa, creadores también de Soda hace cinco años. Los jóvenes trasladaron a la cocina sus destrezas creativas de ingeniero mecánico y arquitecta, respectivamente, con el fin de romper esquemas para dar espacio a diseños culinarios tan inusuales como el carácter que le dieron al templo localizado en el 909 de la avenida Fernández Juncos, el cual pintaron de negro. Y ya sea en la Tierra (así llaman el salón principal), en el purgatorio (la barra) o en el cielo (segundo piso), cada pieza presentada en esta iglesia es casi irrepetible.

“No tenemos miedo a que la gente se intimide un poco. La gente tiene que venir con la mente abierta, pero saber que va a comer genial y que lo va a poder pagar. Queríamos que quien nunca haya hecho una degustación en su vida, la haga aquí”, afirma el chef.

“Creemos que la gente aquí está preparada para empezar a comer mejor, cosas más divertidas, a retar más el paladar”, afirma Amanda, la gerente de proyectos.

Los hermanos atribuyen su amor a la cocina a una afición familiar. Aseguran haber visitado restaurantes ganadores de estrellas Michelin e incluidos en la lista de The World’s 50 Best Restaurants, y ser capaces de llegar a su nivel. “Sentimos que estamos en la misma cancha. Sabemos dónde estamos parados porque hemos tenido puntos de comparación, y sabemos que si llegamos y logramos convertir esta idea en un hecho podríamos hacer un proyecto genial y convertirlo en el mejor restaurante del Caribe. Queremos que haya competencia y que esto inspire a las generaciones de cocineros que están saliendo de la universidad”, anticipa el chef.

“A veces se subestima demasiado al público puertorriqueño que sale a comer y eso es el mayor error. Nosotros entendimos eso cuando en Soda comenzamos a arriesgarnos con más cosas, y la gente todavía va y te pide cosas que haces por capricho y terminan siendo de las favoritas”, analiza, por su parte, la gerente.

Y hablando de riesgos, los Rosa comenzaron por mostrar a Sal! un pedazo de arrecife comestible.

¿La historia de su creación?

“Fuimos a la pescadería de Cataño a hablar con Tommy Forte de unos cortes que queríamos, y había un balde con un mixto de pescado. Él me dice: ‘Son pescados que nadie quiere...

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