Del tendido eléctrico al gasoducto

ILEÁN PÉREZ CRUZ

EDITORA Y TRADUCTORA

Y, encima de eso, nos pintan villas y castillas sobre el gasoducto: no va explotar, ahorrarás dinero y, claro, se cuida solo también. Nada más falta instalarle el botón de autogestión. Nos aferramos a pasiones oscurantistas.

Tan sólo con transitar por cualquier área de nuestra redimensionada isla para detectar que la infraestructura, tanto urbana como rural, vive en un paisaje de antaño: el del tendido eléctrico. Uno que, a la menor provocación, se tira al piso y se hace el muerto. ¿Cómo es posible que de 1.5 millones de clientes de la AEE casi todos se quedaran sin luz en un abrir y cerrar de ojos?

Ahora, mudemos esta situación de aquí a 30 años, cuando esté finalizado y ya en funciones el gasoducto. Cerremos los ojos. Imaginemos el impacto casi mensual de temblores que, a mayor o menor escala, ocurren en la Isla. Visualicemos la construcción de urbanizaciones junto a centros comerciales aledaños y las autopistas que los interconectan.

Ojos...

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